quel país tenía en nómina a un rey estafador y escapista, pero presumía de vivaespaña. Muchos hiperventilaban con su salud democrática a sabiendas de la farsa. Pero aquel país, hoy arrasado por un veneno inclemente, llevaba tiempo en bancarrota. No negaré que haya islas y oasis donde se respire mejor. Que a veces la justicia tenga orgasmos histéricos y se venga arriba. Pero aquel país, o así, llevaba tiempo apostando al negro. Y le cedían las costuras por muchos lados. Parafraseando a Patricia Highsmith diría que España lleva tiempo padeciendo acidez de estómago y tiene unas enormes ganas de vomitar.

La semana pasada hubo varias vomitonas. En Linares, tras una paliza a un hombre y a su hija, obra de dos policías puestos hasta las cartolas. En la Universidad de Lleida, tras detener a Pablo Hasél por escupir cianuro contra la Corona. En Madrid, en un acto de homenaje fascista a la División Azul donde se exhibió un racismo desacomplejado contra los judíos. En la Fiscalía, que ha recurrido el tercer grado de los presos del procés para volverlos a encerrar. En Madrid, otra vez, donde Cifuentes ha sido absuelta y su asesora condenada. En Génova 13, la sede del PP, ese partido que se ha financiado desde su fundación con dinero que apesta a desfalco. Y aquí mismo; Mikelarena, un historiador incómodo que trabaja como un artesano juntando trozos de memoria, ha sido denunciado por Arturo Del Burgo. ¿Por? Por poner nombres y apellidos a muchos cuneteros durante la Guerra Civil, entre ellos su abuelo, jefe de requetés desde octubre de 1936.

Aquel país estaba lleno de torquemadas y gustaba desde los Austrias bucear en la ciénaga. De hecho, como diría JM Querol, desde el carnicero de Ferrol, el capitalismo se tragó al fascismo y lo integró en una psicología social eufemizada. Aquel país, o así, era un suplicio para las almas sinceras.