anuel Camargue. Caballero de Honor. Orden del Imperio Británico. Caballero de la Legión de Honor. Flautista británico. Nacido en Pamplona. No es la biografía de una persona real, sino la del personaje que da título a la traducción al castellano de la novela de Ruth Rendell, bautizada en el original Put on by Cunning. En realidad, ni la capital navarra asoma en las páginas ni hay otra referencia que la ya citada que vincule al músico con esta tierra: alguien se pasó de frenada al apostar por un título que intentara atrapar al lector castellanohablante. Conmigo lo consiguió. El caso es que Camargue es encontrado muerto y la investigación sobre la autoría del crimen da cuerpo a la obra.

¿Por qué cuento esto? El flautista de Pamplona me vino a la memoria al ver las fotos de las ratas campando a sus anchas en una rotonda de la ciudad. Ya llevamos unos días en que la presencia de los roedores ha sido detectada en diferentes puntos de la población. En realidad estos bichos siempre están ahí; en 2019, operarios del Ayuntamiento realizaron unas seiscientas intervenciones de desratización; y tirando más atrás en el tiempo, en 2003, llegaron a colocar unos siete mil cebos con veneno. Ahora hablan de dar suelta a rapaces para que las combatan. Esto en los pueblos lo arreglábamos antes tirando de perdigonera o con el auxilio de perros ratoneros, inquilinos habituales de casas con cuadras o con patio. También con aquellas cajas amarillas con veneno que había en los armarios. Pero siempre asumiendo que las ratas no se pueden erradicar, solo reducir su censo (cada camada oscila entre 7 y 12 crías, aunque pueden llegar a 20).

El asunto de los focos de ratas ha llegado al reparto de culpas en el debate político y ha pasado a ser un espectáculo urbano que llama la atención de vecinos y paseantes por el descaro de los roedores que salen en busca de comida. Pero el problema es serio, de higiene pública. Lo que requiere la situación son medidas rápidas y eficaces; evocar al flautista de Hamelin esta bien para los cuentos con moraleja. Porque tampoco Camargue y su flauta hubiera sido útil: a su avanzada edad -nos cuenta la autora- tenía ya los dedos agarrotados por tanto concierto. Mejor con veneno.

La novela 'El flautista de Pamplona' me vino a la memoria al ver las fotos de las ratas campando a sus anchas en una rotonda de la ciudad