a posibilidad por remota que sea todavía de que Navarra cuente con una televisión autonómica propia, aunque emita por internet y a la carta -o aunque sea bajo el sistema que sea- la verdad es que ahora mismo me parece algo en absoluto necesario. Eso de combatir las fake news que argumenta Mikel Buil es una explicación que ni mucho menos alcanza en importancia al paso que se necesita dar para montar algo así. Navarra ya cuenta en su estructura con numerosos periodistas funcionarios, gabinetes de prensa y una más que notable atención por parte de la mayoría de los medios privados locales. Gastar un solo euro en crear algo oficial parece no ya solo innecesario sino un dispendio, por mucho que ese gasto fuese mucho menor que el de las muchísimas televisiones públicas que hay todas las comunidades de España menos tres -La Rioja, Cantabria y Castilla y León-. De cualquier manera, habrá que esperar para ver si se concreta y qué numerología implica, ya que sí que es verdad que disponer de un canal audiovisual con información -sin opinión, por favor- pura y dura no es en sí mismo negativo. Sí lo es si eso supone una inversión y una estructura excesiva. Veremos venir. Lo gracioso, como siempre, es el nulo fondo de armario de Javier Esparza -Navarra Suma- en cuanto tiene que criticar algo. Fue oír la noticia y comentar que "es lo que faltaba para convertir Navarra en Venezuela o en algo parecido a Cuba". Tiene la misma creatividad que un extintor de pared, el buen hombre, qué poca capacidad de ofrecernos a los ciudadanos argumentaciones que no caigan de morros en lo fácil, lo falso y lo por tanto no trasladable, cuando es un asunto que perfectamente se puede poner en duda con un mínimo de interés. Y de gracia, claro, pero la gracia ya se sabe que o se tiene o no se tiene. Y Esparza usa poca. Cuatro tópicos, dos lugares comunes, 12 frases hechas y cruzas la vida tan feliz.