a pasado lo que tenía que pasar. Que al virus lo ibamos esquivando en Occidente a base de vacunas (vamos por la tercera dosis y a punto de pinchar a los menores) mientras dejábamos que campase a sus anchas en países como África, donde no se ha inmunizado ni al 5% de la población y del que nada sabemos del nivel de contagios porque no se hacen PCRs. Cuanto más se propaga el virus más posibilidades tiene de mutar. Y es lo que ha pasado con la nueva versión surgida en Sudáfrica. Una mutación a lo bestia. La nueva variante se ha bautizado con la letra griega Omicrón. Bélgica confirmaba ayer el primer infectado con la nueva variante. El mismo día en que la OMS advertía de un posible "mayor riesgo de reinfección" (una treintena de mutaciones en apenas dos semanas). Y el mismo día en el que se acordaba el cierre de fronteras con el sur de África. Los países de la Unión Europea ya han suspendido los vuelos a Sudáfrica y otros seis países africanos, también Estados Unidos y Canada, por temor a que la nueva variante se propague. El que no corre vuela. Se desconoce su resistencia a las vacunas pero ya está hablando de reformular las vacunas. BioNTech-Pfizer se da cien días de plazo para tener listo el fármaco adaptado después de que la presidenta de la Comisión Europea, sin esperar a tener estudios más detallados, pidiera a los fabricantes de vacunas que adapten cuanto antes sus productos. El mundo tiebla pero de egoismo e insolidaridad.