enos mal que el coro de voces de Orreaga Kantuz capitaneado por Mikel Ordoki y el grupo de acordeonistas que dirige Bittor Balentzia han sabido recuperar la calle tras un año de pandemia desafiando el frío y la lluvia para ambientar la festividad San Saturnino y darle un sabor popular. Es lo que necesita la ciudad en días tan especiales como el de ayer en homenaje a su patrón San Saturnino. Colectivos o iniciativas que animen y que involucren a la ciudadanía en espíritu de hermandad, además de mantener las tradiciones. Porque sin la salida de los gigantes y cabezudos la fiesta desmerece. Es el segundo año en el que los txikis se quedan sin ver a la comparsa. Primero por el coronavirus y ayer por la nieve. Y los gigantes, no lo olvidemos, son figuras muy grandes a la hora de construir espíritu de comunidad. Tampoco pudo desfilar la corporación en Cuerpo de Ciudad -y de unidad-. La música fue protagonista con las voces de la.Capilla de Música de la Catedral de Pamplona, en colaboración con el Orfeón Pamplonés y la Orquesta Sinfónica de Navarra en la iglesia de San Saturnino, y La Pamplonesa en el Gayarre. Nos esperan también desde ayer los Reyes y Olentzero en el zaguán municipal para recordarnos que ya estamos cerca de la Navidad y que habrá que reinventarla para no perder la ilusión. La magia se crea entre todos. Aunque vengan mal dadas.