ay gente carroñera que va por la vida dando lecciones de democracia mientras se toma una de rabas con un torturador. Gente cuya ética de saldo roza la necedad más bastarda. Pongamos que hablo de Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, la misma que ha organizado la Supercopa de fútbol en Arabia Saudí, país denunciado por Amnistía Internacional por su constante violación de los derechos humanos. Un país donde los asesinatos se venden como un servicio público. Por eso existe la pena de muerte y la homosexualidad está castigada con la pena máxima, el trafico de drogas se castiga con la decapitación y donde la tutela de los hombres sigue limitando la vida de las mujeres, quienes viven pidiendo permiso para todo. Incluso para mirar la vida de reojo. Un país que participa desde hace años en los ataques indiscriminados sobre Yemen dejando un reguero de 337.000 muertos y cuatro millones de desplazados.

Ayer se jugó la final de este torneo en el King Fahad Stadium. Bajo su hierba de lujo yacen cinco trabajadores pakistaníes fallecidos mientras lo construían esclavizados por un sueldo medieval. No son los únicos; según The Guardian, casi 7000 trabajadores de la construcción han fallecido últimamente levantando campos de futbol, aquí y en Qatar.

Todo esto lo sabe Luis Rubiales y los futbolistas y sus clubes, que presumen de códigos éticos, y las televisiones y los medios y los periodistas y ustedes y hasta el sursuncorda. ¿ Y qué? Nada. El caso es jugar de perfil, sumergir la conciencia en cianuro. Que Rubiales diga: "Lo que estamos haciendo aquí es ayudar mucho al desarrollo de las mujeres en el fútbol", mientras firma contratos con maltratadores protegidos por la Sharía da asco. Rubiales y los clubes van a Riad a por el superbote. A por esos 40 millones pagados por blanquear una dictadura sanguinaria. Lo demás es ética pornográfica. Una puta vergüenza.