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No son bancos para viejos

e la ventanilla a la pantalla. Del "buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?" a pedir identificador y contraseña. De la atención personal al diálogo digital. Del lenguaje verbal al teclado. Del mostrador de la sucursal al cajero y del cajero a la nada. Los bancos que guardan nuestro dinero siguen acelerando en su proceso de implantación tecnológica a costa de adelgazar la plantilla de empleados, de desaparecer físicamente de los núcleos rurales y de dejar en el abandono a todos aquellos que están reñidos con las nuevas tecnologías porque no las entienden, no tienen quien les auxilie o no disponen de herramientas. Creo que todos hemos asistido a esa escena en la que una persona de edad avanzada solicita ayuda para realizar una gestión que ha sido derivada al cajero. También hemos visto empleados que les tratan con amabilidad, otros que se aferran al horario de ventanilla y también los que informan que en adelante el cliente deberá apañárselas solo. Entiendo esa sensación de abandono y de frustración. Parafraseando el título de la película que dio un Oscar a Javier Bardem, no son bancos para viejos.

De experiencias como esta ha nacido la iniciativa de un jubilado valenciano que, harto de sentirse ninguneado y desatendido, reclama una atención más humana de los bancos. Su protesta encontró el apoyo de una joven que lanzó una recogida de firmas a través de la plataforma change.org. La pasada semana había superado los 200.000 apoyos. Por la difusión que ha encontrado en todos los medios de comunicación, estamos ante un problema de alcance. Piensen si no en el cada vez mayor número de personas mayores que viven solas, un sector de la población que aumenta y que va a crecer de acuerdo al avance en las expectativas de vida. Reparen también en la reiteración de noticias que dan cuenta de robos a ancianos que sacaban dinero en un cajero automático; buen ejemplo de ello es la desarticulación la pasada semana de una banda que operaba en San Sebastián.

Dicho esto, sé que el proceso emprendido por los bancos no tiene marcha atrás, que caminamos hacia el final del dinero en metálico y que en el horizonte asoman las criptomonedas. Aplaudo la iniciativa del jubilado valenciano, pero quienes dirigen la mayoría de los bancos hace tiempo que abandonaron los sentimientos de humanidad que sí podían albergar las viejas cajas de ahorros.

Creo que todos hemos asistido a esa escena en la que una persona de edad avanzada solicita ayuda para realizar una gestión que ha sido derivada al cajero