o del PSOE yendo a setas y a Rolex lo cierto es que no coge por sorpresa por estos lares, en tanto en cuanto era su modo de ser hasta hace bien poco también aquí, bien fuera por su espacio ideológico, sus resultados electorales, sus miedos, sus ataduras o sus propias debilidades. Parecía no obstante desde 2019 que esto se había detenido, pero ha tenido que llegar la renuncia de varios socios del PSOE en Madrid para recordarnos lo finísima que es la línea que separa no querer saber nada de Navarra Suma o de UPN de pactar con ellos lo que sea. En esta línea, quién mejor lo sabe que -no ya Maite Esporrín o su grupo municipal en Pamplona- el votante pamplonés del PSN, para quien su voto ha valido para 14 cosas diferentes en estos tres años y el otro día para una cosa y la contraria en cuestión de minutos. El votante del PSN de Pamplona no sabía al final de la jornada si estar triste, enfadado, contento o si animar al Hércules de Alicante. En Navarra, al parecer, Chivite y los suyos poco han debido de tener que ver en el asunto entre PSOE y Esparza, del que este último no quiere desvelar el contenido total, pero más allá de todo lo que este rocambolesco cambalache está ocasionado en las filas de la derecha navarra al electorado que votó al margen de esas siglas se le ha encendido el botón de Danger, peligrín, peligrín. Con razón, claro, puesto que fueron muchos años de inmovilismo y promesas en un sentido y realidades en el contrario, una herida que aunque se ha ido calmando en la presente legislatura no es una herida que cierre fácilmente. En esa línea, es tarea ahora de Chivite y su partido la de dejar clara cuál es su línea de trabajo elegida a futuro. Evidentemente, los partidos son libres de elegir sus parejas de baile. Pero engañar a los electores y votantes sería otra cosa. No digo que se vea venir eso, solo que decir y hacer lo dicho siempre es una virtud.