A propósito de las más de 600.000 firmas de queja sobre el trato que recibimos en las entidades bancarias las personas mayores (entre las que me encuentro), aprovecho para hacer público, también por mi cuenta, los abusos que estoy sufriendo en mi persona por parte de esta oficina.Hace bastantes años decidí cambiar a esta entidad mi nómina. Únicamente por la cercanía a la vivienda. Para que se sitúen: era aquella época que le dio a la banca por convertir sus oficinas en comercios, en los cuales podías llevarte desde unas mantas hasta una bicicleta, pasando por cuberterías, transistores, etcétera. Eso sí, tenías que ingresar una cantidad importante de dinero o domiciliar la nómina. A mí personalmente me parecía competencia desleal, sobre todo con los comercios que tenían en la misma calle y que se dedicaban a la venta de productos que ellos regalaban. Pues bien, como jamás me he fiado de estos sujetos que se dedican al negocio de la pasta, cuando en su día domicilié mi nómina lo tenía muy pensado y llevé una cuartilla en la cual en vez de cuberterías, mantas u otras cosas de regalo, les pedía tres cosas que entonces no tenían mayor importancia. Se trataba que no me cobrasen eso que llaman mantenimiento de cuenta y tarjeta, un interés paupérrimo y un seguro de accidentes de un millón de las entonces pesetas. Este seguro no lo pedí, parece ser que se lo daban a todos, lo que ya no sé es si lo cumplieron, cumplen o lo quitaron.Recuerdo que al leer la cuartilla, ante mi sorpresa, el empleado no disimulaba su alegría, hasta el punto que me regaló una radio, y lo que es importantísimo, me selló con cuño de la entidad la cuartilla, además la firmó y, por si esto fuera poco, no puso fecha. Quiere decir que me la daba con efectos para toda la eternidad, o sea casi como las que hacen ellos a prácticamente todos sus clientes si las condiciones no son favorables para los mismos.Hace un tiempo me dieron una carta en mano con unas supuestas leyes, supongo que fabricadas por ellos o sus adláteres en las cuales dice que tienes que pagarles por todo lo que ponen o les da la gana. En más de una ocasión, y después de detectar un descuento por gastos de tarjeta incumpliendo su palabra y documento, gracias a este documento he recuperado lo descontado indebidamente. No sin antes mantener serias discusiones con ellos que a mis setenta y tantos años la verdad no me sientan muy bien. Por esta razón he tirado la toalla, pero no estoy muerto. A finales del pasado año empezaron nuevamente a cargarme el mantenimiento de la tarjeta, que por cierto solamente la uso en caso de muerte, y a posteriori también el mantenimiento de la cuenta. Así que ojo con estos tíos porque no cumplen ni tan siquiera con lo que sellan y firman..
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