arte el alma ver a todas esas mujeres, ancianos y niños intentando escapar de la guerra. Y más todavía saber que algunos malnacidos se están aprovechando de tanta fragilidad para hacer negocio. La trata de blancas y niños es uno de los peligros más crueles a los que se enfrentan los que huyen de las bombas. Al ver las noticias de lo que pasa en Ucrania la mente se me va, irremediablemente, al libro que acabo de leer y que es uno de los premiados este año por la Asociación de Librerías de Navarra: Azucre, de la escritora gallega Bibiana Candia. Un relato buenísimo y muy bello, basado en terribles hechos reales. En 1853 casi 1.800 jóvenes gallegos, muchos casi niños, viajaron a Cuba para ganarse la vida en las plantaciones de azúcar de Urbano Feijóo de Sotomayor, un paisano terrateniente afincado en la isla.

La intención del ricachón era sustituir la mano de obra de los esclavos negros por jóvenes de su tierra, que en su opinión trabajarían más y darían menos problemas. Les ofrecieron contratos de trabajo y les hablaron de unas condiciones que para nada fueron lo que después encontraron en la isla. En su desesperación por salir de la miseria cruzaron el océano y no encontraron más que esclavitud, injusticia y abuso. De estos colonos-esclavos 331 murieron y más de 200 fueron apresados por negarse a aceptar aquella explotación. Otros huyeron, algunos volvieron y muchos decidieron quedarse después de que el gobierno interviniese y declarase su entera libertad. Estos rapaces fueron explotados y maltratados sin piedad por sus propios paisanos, como todos los desgraciados que huyen de la miseria y la guerra, sean del color que sean y vengan de donde vengan.