i hay alguien en este mundo que pueda personificar el sentido primigenio y más profundo del término dignidad, esa significación recae en el pueblo saharaui. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, cincelada en 1948, alude a esta circunstancia enfatizando que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.

En 1975, pasado poco más de un cuarto de siglo de aquella proclamación, el Gobierno español abandonaba a su suerte el Sáhara Occidental y aquel año se convertía en el punto de salida de una ignominia que dura hasta hoy en día y que cada poco tiempo suma una muestra más de desvergüenza por parte de quienes administraban aquel territorio. La última etapa que acaba de firmar España, lejos de suponer algo positivo por primera vez de cara a avanzar hacia la solución del problema, supone un punto de inflexión que escupe contra quienes en aquel entonces tenían nacionalidad española en sus documentos de identidad. Aquella tierra al otro lado de las islas Canarias se denominaba la provincia 53.

Cuarenta y siete son los años que han transcurrido desde que la jefatura española se hiciera a un lado, cometiera una de las mayores irresponsabilidades de la historia reciente de la humanidad y entregara en bandeja a Marruecos el presente y futuro de cientos de miles de ciudadanos. Todos y cada uno de los gobiernos que ha tenido nuestro estado han hecho poco o nada desde entonces, pero la última decisión de Pedro Sánchez no se puede circunscribir dentro de esta dinámica de desidia y abandono. No. Lo que ha hecho Pedro Sánchez ha sido abiertamente traicionar al pueblo saharaui y sus esperanzas de regresar a sus casas. Los ha vendido. Este gobierno del PSOE se ha plegado a los intereses del sátrapa Mohamed VI, de un inhumano rey que repite lo que aprendió de Hasán II: el padre envió a cientos de miles de personas en la Marcha Verde para ocupar el Sáhara Occidental y el hijo lanza a los niños contra las vallas de Ceuta y Melilla, a los jóvenes al mar a bordo de pateras y a su pueblo hacia la pobreza.

Felipe González, uno de los notables prohombres del PSOE -que hoy sigue llamándose a sí mismo socialista insultando el propio concepto del socialismo en cualquiera de sus acepciones-, el 14 de noviembre de 1976 en los improvisados campamentos de refugiados saharauis de Tindouf, señalaba: “El pueblo saharaui va a vencer en su lucha. Va a vencer, no sólo porque tiene la razón, sino porque tiene la voluntad de luchar por su libertad. Quiero que sepáis que la mayor parte del pueblo español es solidario con vuestra lucha. Para nosotros no se trata ya del derecho de autodeterminación, sino de acompañaros en vuestra lucha hasta la victoria final. Como parte del pueblo español, sentimos vergüenza de que el Gobierno no haya sólo hecho una mala colonización, sino una peor descolonización, entregándoos en manos de gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania (...). Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas. Yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo, sino comprometerme con la Historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final”. Hoy González es poseedor de una inconmensurable fortuna y tiene innumerables intereses económicos en Marruecos. Llamemos a las cosas por su nombre: traición.

Pero lo que no se atrevió Felipe González a realizar posteriormente entre 1982 y 1996 mientras fue presidente del Gobierno español ha acabado haciéndolo Pedro Sánchez dentro de una contextualización mundial en la que tal vez crea que los que poco importan para el mundo en general importarán menos que nada para nosotros en particular. Pero no es así, nunca ha sido así y jamás será así... Parece increíble pensar que el PSOE haya conseguido que todo el arco parlamentario, independientemente de su signo político, se haya congregado en torno al rechazo a este innombrable paso hacia un vacío al que empuja al pueblo saharaui. Desde Podemos hasta Vox, desde el PP hasta EH Bildu, todas y cada una de las fuerzas políticas estatales han dicho no a la traición que acaba de cometer el PSOE. De Pilatos a Judas en un solo paso.

Todo ese rechazo debería hacer recapacitar al Gobierno central y a aquellas administraciones territoriales cuyo signo político es común al del gobierno español. En el caso de Navarra, nuestra tierra -irredenta y solidaria- siempre ha mostrado su apoyo a la causa saharaui dentro del marco que auspicia y ampara la ONU, que en todo momento ha apostado por las vías diplomáticas y el desarrollo de la resolución 690 que indica que los saharauis decidirán su futuro libremente. Ni más ni menos. Todo lo demás es traicionar la dignidad con la que el pueblo saharaui vive en la absoluta nada desde entonces.

Resultó bochornoso ver cómo el PSN se posicionaba en contra de las declaraciones de amparo al pueblo saharaui. Ya están tardando todos aquellos militantes, concejales y parlamentarios socialistas navarros que tantas veces han viajado a los campamentos de refugiados de Tindouf para mostrar su apoyo y solidaridad con los saharauis en decirle no a la traición que ha cometido Pedro Sánchez. Que las lágrimas que todos ellos han derramado en los campamentos de refugiados, como lo hemos hecho todos lo que hemos viajado hasta allí, no las guarden en un pañuelo; que permanezcan húmedas y vivas en nuestras mejillas como ejemplo de ese sufrimiento y ese dolor. Ya están tardando en alzar la voz todos aquellos que tienen familia allí, que no sean partícipes y cómplices mirando hacia otro lado. ¿No aprendieron nada de aquella dignidad? Ya está tardando de nuevo el Parlamento de Navarra en su totalidad y el PSN en particular en decir que no, que el pueblo saharaui no está solo, que ellos son socialistas y la palabra dada por un navarro es ley.

Y para finalizar, que el día de mañana no sean 48 los años que llevemos hablando de la dignidad con la que soporta el sufrimiento el pueblo saharaui. Que hablemos de un pueblo que ha decidido qué quiere hacer libremente con su futuro. Con dignidad.

El autor es sociólogo

Lo que ha hecho Pedro Sánchez ha sido abiertamente traicionar al pueblo saharaui y sus esperanzas de regresar a sus casas

Resultó bochornoso ver cómo el PSN se posicionaba en contra de

las declaraciones de amparo al pueblo saharaui