a nueva Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética se erige como una herramienta clave para hacer frente a los retos que impone el cambio climático (bajar el 55% las emisiones en 2030 respecto a a 1990), la dependencia energética que ha puesto de manifiesto más que nunca la guerra de Ucrania y la necesidad de reducir el gasto energético por hogar ante esta nueva crisis. Una ley ambiciosa que maneja unos plazos muy próximos: a partir de 2025 el 25% del consumo eléctrico deberá ser autoproducido. Uno de los pilares de esta transición hacia un nuevo modelo energético basado en una economía circular, que sustituya los combustibles fósiles y aproveche los recursos disponibles, tiene que ver con el consumo en las viviendas, medida que ya se refleja en el Plan Energético Navarra 2030. Y en esta línea se fija la obligatoriedad de que los edificios de nueva creación sean de autoconsumo eléctrico vía renovables desde 2028. Para el parque existente la asignatura pendiente es la rehabilitación bajo criterios de eficiencia energética pero también de ahorro. La ley establece la obligación de instalar sistemas fotovoltaicos en edificios nuevos de más de 500 m2, pero también en edificios existentes de más de 4.000 m2. La tarea no es fácil pero los fondos Next Generation van a dar el empujón necesario. Las nuevas ayudas que ha lanzado el Gobierno de Navarra van precisamente en esta línea, la de renovar un parque inmobiliario que exhuma CO2. Y Europa apremia: para 2030 todos los edificios deben contar con una certificación energética F como mínimo y E para el 2033. En Navarra para 2025 los edificios deben contar con planes de rehabilitación para lograr la calificación B. Los edificios son una de las principales fuentes de consumo de energía de Europa y acumulan más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero. El autoconsumo fotovoltaico es la mejor alternativa para lograr la autonomía energética. La nueva regulación estatal desde 2019 -que eliminó el llamado impuesto del sol- favorece este camino por el que ya han transitado otros países europeos y que con la nueva ley foral fomentará la creación de cooperativas energéticas para favorecer el autoconsumo compartido y que cada comunidad tenga su propia energía. De hecho, una de las joyas de esta ley es la creación de una Agencia de Transición Energética como organismo público que junto a la fiscalidad verde hacen más creíble una regulación necesaria y de máximo consenso político.