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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Davos, beneficiarse del sufrimiento

a ciudad de Davos acoge una nuevo reunión del Fondo Económico Mundial con la apuesta de buscar una salida a la suma de crisis mundiales que asuelan hoy y el objetivo de salvaguardar la globalización neoliberal. En especial de las consecuencias de la gran batalla geoestratégica iniciada con la guerra en Ucrania. Davos es siempre un mal lugar para los intereses de la mayor parte de las especies que habitan este planeta, también para la especie humana. Sus decisiones acaban siendo un listado de malas noticias para cientos de millones de personas. La globalización no solo no ha puesto final a las desigualdades del sistema capitalista, sino que las ha acrecentado. No solo no ha transformado el capitalismo, sino que ha sustituido el capitalismo productivo por un capitalismo especulativo en el que el objetivo prácticamente ya único del máximo beneficio ha irrumpido en las entrañas de los bienes más básicos para la supervivencia de los seres humanos: el agua, los alimentos, la energía, la calidad medioambiental, el clima, la vivienda, la educación, el conocimiento, la ciencia, etcétera. Son ya objetivos de la avaricia mercantilista. Coincidiendo con Davos, Oxfam Intermón denuncia que, en solo los dos años de pandemia, han aparecido en el mundo hasta 573 nuevos milmillonarios, lo que supone un nuevo milmillonario cada 30 horas. Así se recoge en el informe Beneficiarse del sufrimiento. En este documento también expone el lado opuesto: se espera que a finales de este año unos 263 millones de personas más acabarán sumidas en la pobreza extrema. “Para los milmillonarios, la pandemia así como el conflicto en Ucrania y el espectacular aumento de los precios de los alimentos y de la energía están suponiendo un periodo de bonanza”. Pero los llamados a Davos no habrán prestado atención alguna a este documento socioeconómico. Son ellos, precisamente, los encargados de dar el visto bueno a una política económica mundial decidida en otros lugares por otras personas, otros poderes no democráticos, oscurantistas y sujetos a exclusivos intereses particulares en favor de muy pocos. Cada año mueren millones de personas en guerras, conflictos o desastres naturales ante la dejadez internacional solo por la economía y la acumulación desaforada de riqueza. Este capitalismo basado en la sobreexplotación de personas y recursos naturales sigue campando a sus anchas por los cementerios y fosas comunes del mundo. Los datos vuelven a ser demoledores: la llamada recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los sectores más desfavorecidos. Unos pocos acumulan la mayor parte de la riqueza mundial a costa de la pobreza, el hambre y la miseria de una inmensa mayoría de personas. Ni es economía, ni es libre mercado, es simple especulación, estafa y corrupción. Un robo masivo a la Humanidad. La riqueza total que actualmente acumulan estos milmillonarios equivale ya al 13,9% del PIB mundial, habiéndose triplicado desde el año 2000, cuando suponía el 4,4%. El efecto más real y objetivo de la globalización. Todo ello acompañado de un progresivo crecimiento del autoritarismo en el mundo, incluidos los mismos sistemas democráticos. Como afirmaba Louis Brandeis, miembro de la Corte Suprema de EEUU en plena Gran Depresión, “podemos tener democracia o podemos tener la riqueza concentrada en pocas manos, pero no ambas a un tiempo”. Nada ha cambiado a mejor, sino a peor. Todo es propiedad de los fondos buitre.