penas falta un mes para que comiencen las fiestas de San Fermín, las más esperadas tras la pandemia y, a la vez, una de las más polémicas. Una oportunidad perdida para debatir sobre el modelo de fiestas que quiere la ciudad y con decisiones adoptadas de manera unilateral por parte del equipo de gobierno municipal de Navarra Suma. Un programa en el que cada vez los colectivos populares pierden mayor peso y las empresas que organizan eventos ganan presencia. Si la persona que lanzaba el Chupinazo de San Fermín se eligió mediante votación popular entre los años 2016 y 2019, este sistema fue eliminado por el actual alcalde que, en febrero, ya anunció quién tiraría el cohete por mucho que hablara de un candidato de consenso: Juan Carlos Unzué. La elección del ex jugador de fútbol navarro, convertido en un símbolo de la lucha contra la ELA, no la discute nadie sí las formas. En su afán de protagonismo también anunció a bombo y platillo su idea de organizar un macroconcierto con artistas de nivel internacional en Sanfermines lo que resultó un fiasco. Más controvertida ha sido la decisión de no mantener la carpa que se instalaba para los bares de la cuesta de Labrit desde hace 32 años. Y trasladar de paso el problema de la inseguridad y el ruido a la Plaza del Castillo, el cuarto estar de la ciudad, un botellódromo difícil de controlar, lo que ha sido duramente criticado por los vecinos de lo Viejo y por el resto de bares que se ven discriminados. No es el único colectivo descontento. La plataforma de mujeres contra la violencia sexista abandonó la mesa sobre San Fermín ante “el ninguneo” de Maya y Herri Sanferminak ha rechazado la propuesta de trasladar las choznas al parque de la Runa. De igual modo las peñas se quejan de que la Mesa de los Sanfermines se ha convertido en un mero órgano consultivo y han pedido un mayor protagonismo. La edición de 2022 del concurso de carteles de San Fermín también pasará a la historia por el fraude en la votación lo que ha puesto de manifiesto la debilidad del Consistorio a la hora de organizar un certamen de nivel internacional. Hasta desafortunada ha sido la campaña contra el botellón en Vuelta del Castillo (ya ha sido vandalizada) por su falta de contenido, por carecer de lenguaje inclusivo y por ser discriminatorio con el euskera. La prevención se trabaja de otra manera, sin duda. Los Sanfermines están a la vuelta de la esquina pero su gestación exige mucho mayor diálogo y participación.
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