sta semana hemos visto una exposición gráfica de funciones y acciones que, aparentemente, realizan los Técnicos en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAEA). Exposición inaugurada, por cierto, con poco acierto, por la consejera de Salud y la plana mayor del HUN. En el contexto de esta muestra, las enfermeras y enfermeros manifestamos que nunca es tarde para estudiar, para formarse, para alcanzar nuevas metas. En el ámbito sanitario hay multitud de titulaciones que van desde la formación profesional, en sus distintos niveles, hasta la formación universitaria. Conocemos, seguro, casos de aparejadores que terminan estudiando arquitectura, informáticos que terminan siendo ingenieros, celadores que han estudiado para ser TCAEs, TCAEs que son también enfermeras, y enfermeras que son también médicos. Es natural que el que quiera ejercer determinada profesión y funciones, se prepare y luche por ello. Y es normal, también, ejercer la profesión para lo que uno libremente se ha preparado, y hacerlo con orgullo, sin necesidad de edulcorar, distorsionar e, incluso, falsear una realidad con el fin de escalar en un imaginario laboral que, como bien estamos comprobando, no deja de ser más que imaginación.

Es la sensación que, tristemente, se empeñan en transmitir las y los responsables del Sindicato SAE, que representa en su mayoría a Técnicos de grado medio en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE), dando impresión de avergonzarse, no solo del término de “auxiliar”, como si serlo fuera motivo d, estigma o designio maldito del destino, sino también de las funciones para las que su titulación les capacita. Sin embargo, etimológicamente, auxiliar significa socorrer, atender, apoyar. Es decir, auxiliar a los pacientes en sus cuidados más básicos: alimentación, vestimenta, higiene, confort, facilitación y limpieza de material, recogida de datos como la temperatura. Su colaboración con otros profesionales es esencial dentro del equipo multidisciplinar, especialmente en aquello que tiene que ver con la logística, provisión de material, orden y limpieza. Funciones que facilitan el trabajo del resto del equipo y que las enfermeras y enfermeros sabemos valorar.

Se trata de un grado medio con 1.400 horas de formación que cada una de las y los TCAEs ha elegido libremente y debería sentirse orgullosas/os de ello. De hecho, la gran mayoría lo están sin necesidad de esconder el término que les atribuye su titulación y la realidad de sus funciones: la de auxiliar al paciente y al resto del equipo sanitario. Todos los componentes de ese equipo trabajan en armonía, respetando las competencias sin apropiarnos las de otros.

No significa esto que, puntualmente, un TCAE realice una función que no le corresponda por los mismos motivos que una enfermera también ha tenido que hacer, sin que sea su labor ni competencia, alguna función de otro profesional, como la de indicar una baja o un alta laboral. Y, aun así, en lugar de alentar la apropiación de determinada competencia, el Sindicato de Enfermería siempre recomienda no hacer aquello que ni la ley ni la titulación respaldan, por el propio bien de la enfermera/o y, sobre todo, del cuidado del paciente, al estar en juego la propia seguridad asistencial.

Por ello no entendemos el interés del Sindicato SAE en desprestigiar su propia formación y ejercicio profesional difundiendo, muy distorsionadamente, unas funciones que las TCAEs no están legitimadas a realizar por sí mismas, a través de una exposición gráfica que prácticamente nada se acerca a la realidad de su día a día, como, por ejemplo, programar bombas para la alimentación enteral o la realización de electrocardiogramas como así han mostrado en dicha exposición. Los Técnicos de Auxiliares de Enfermería pertenecen al equipo sanitario, como el resto de las categorías que lo componen, y tienen una importancia relevante dentro del mismo, por lo que no entendemos por qué pretenden confundir a la opinión pública y generar información engañosa atribuyéndose competencias que son, por ley, exclusivas de otro tipo de titulaciones, entre ellas, las de Enfermería, que requiere una formación de grado universitario de cuatro años de duración más dos de especialización en muchos casos. Seamos rigurosos y estemos orgullosos de lo que cada uno hemos elegido libremente. Es reprobable engañar a los demás, lamentable además si el objetivo es escalar por la vía corta, pero más penoso es engañarse a uno mismo.

La autora es secretaria general autonómica de SATSE Navarra