La cuesta de agosto va a ser tremenda, eso si sobrevivimos a este duro fin de mes. Los singles además veníamos de pagar a Hacienda nuestra cuota de IRPF para el sostenimiento de nuestros impecables servicios públicos. Y chitón!. La compra previa a Sanfermines ya nos dejó temblando la cartilla. Que si frutica para la ola de calor a precio de pasteles, que si unos quesos ricos para tener por si te viene alguien a casa, la ternera para hacer un guiso que te dure unos días en los que no vas a tocar la placa de la cocina, comprar de nuevo zapatillas y ropa porque amarillean... Luego llegaron los gintonics a seis o nueve euros tras un par de cenas de amigos (de media unos 40 euros) más los vermús a seis euros para los mediodías tranquilos (con croqueta). Los hosteleros dicen que han facturado menos que en 2019 pese a la subida de precios. Normal, es que la gente joven se tira cada vez más al botellón o sale bebida de piperos o casa, y la adulta se empieza a reprimir en el gasto. Cuatro en lugar de ocho cervezas por escapada porque al poder estar más tiempo en la calle por la ola de calor se bebe más pero también se estira más la priva. Comer y beber nos va a salir por un ojo de la cara este verano salvo que nos recluyamos en casas de amigos. Y esperen que todavía algunas no nos hemos ido de vacaciones. La tarjeta de crédito todo lo aguanta.