El Estado se cubre las espaldas gracias a la actuación de un gobierno poco amigo de alegrías progresistas, que no deroga la Ley Mordaza, como aseguraban estos caraduras en su propaganda electoral, pero va a sacar adelante una ley (todavía anteproyecto) de secretos oficiales que ya ha despertado suspicacias en los incómodos socios de gobierno de Podemos.

El nuestro es un estado propenso a la canallada gubernamental y al abuso de poder. Nuestra historia reciente es un auténtico florilegio probatorio de lo que digo. No hay espacio para hacer el inventario. Quienes gobiernan, con esta o aquella otra vitola monclovita, están seguros de su impunidad. Así que con esa nueva ley va a llover sobre mojado y seguirá el continuum de canalladas a fecha fija que se pierden en la ciénaga de la monarquía alfonsina y que solo el paso de las generaciones aplasta y silencia en el olvido.

Y si el ministro Bolaños asegura que con la nueva ley de secretos oficiales «No existe la clasificación de un documento de por vida», es motivo más que suficiente para concluir que, de la manera que sea, lo habrá, como lo ha habido hasta ahora con tribunales o sin ellos, con obstáculos burocráticos o sin ellos, con chinganas procesales o sin ellas... y si no, desaparecerá como por arte de magia o se quemarán las Salesas. Lo importante es que todo aquello que pone en duda la limpieza gubernamental quede bajo sellado... como el Mister X, el del GAL y la bodeguiya y los habanos y el Ramoncín de testigo para el juicio de Dios.

El nuestro es un estado propenso a la canallada gubernamental y al abuso de poder y quienes gobiernan están seguros de su impunidad

Bolaños, inefable el hombre, habla de proteger la integridad de «una persona» o la seguridad nacional del país. Ya estamos con las raterías, con arrimarse la sempiterna voluntad de ocultación y del amparo del crimen de Estado o perpetrado por servidores públicos.

En muchas ocasiones no bastan las actuaciones judiciales y las sentencias, como sucedió con los crímenes pavorosos del Caso Almería –de resultado práctico bochornoso dicho sea de paso: basta seguir los carrerones de los uniformados autores de los asesinatos–, sino que para clarificar de verdad lo sucedido es necesario recurrir a los documentos que son materia reservada o secreto de Estado (falso) cubiertos por leyes de secretos oficiales franquistas o peor.

¿Atenta contra la seguridad del Estado todo lo que rodeó el asesinato de Mikel Zabalza en Intxaurrondo, bajo el mando entonces del Rodríguez Galindo y sus secuaces? No, en modo alguno, al revés. Hacer público lo que hasta ahora se oculta sería un ejercicio de limpieza democrática al que tan poco propensos son los gobiernos españoles. De hecho cuando he llegado a la Bolañesca «regeneración democrática» no he podido seguir leyendo por el ataque de risa que me ha producido.

Lo importante es que todo aquello que pone en duda la limpieza gubernamental quede bajo sellado... como el Mister X, el del GAL y la bodeguiya y los habanos

Con los Sanfermines del 78 pasa lo mismo. ¿Qué íbamos a descubrir, que teníamos una policía franquista hasta las cachas que no había sido depurada? Valiente descubrimiento y una magistratura de entonces lo mismo. Importa cómo lo hicieron, qué incitaron, qué órdenes se dieron o qué actos criminales concretos se ampararon. Ahí no hay riesgo personal alguno (si acaso para la ciudadanía por estar en manos de maleantes) ni para la seguridad nacional (¡Oh, Ah!).

Se trata de otorgar impunidad a los canallas, en eso seguimos y no hemos dado un paso más. No tengo confianza alguna en el futuro, ninguna, ya no.

Mucho barullo normativo para poca cosa práctica, por lo que a limpieza de las instituciones se refiere. Una invitación a la casuística trentina, al dar pero no dar, al hacer como si sí, cuando es no, al empujar al pretendiente de información a los tribunales para perder la paciencia y los cuartos. Todo lo previsto, todo, es más que susceptible de ser retorcido para dar con lo que se pretende: con la puerta en las narices. El ciudadano que se interese por asuntos concretos de los llamados delicados (todos y a conveniencia gubernamental) puede tener la completa seguridad de que con esta ley, al igual que con las anteriores, se verá burlado, que esa y no otra es su condición.