Me cuesta reflexionar incluso un poco sobre el estado medio de la política española si lo que ha mandado como argumento principal este fin de semana ha sido la ofensiva de Feijóo contra Sánchez por usar para sus traslados el avión Falcon, el transporte oficial del presidente del Gobierno. No sé, ya he escrito que hay políticos que hacen política desde el convencimiento de que los ciudadanos somos tontos. Políticos que no tienen espejo, claro. Un buen espejo en casa es más importante para la cosa política de lo que se piensa. Se ahorrarían estas cosas. No es un pensamiento irreal, es que ocurre cada vez más habitualmente. ¿En qué quiere Feijóo que viaje por el aire el presidente del Gobierno, en globo, o en patinete si es por carretera? ¿Pero qué enorme sandez es eso? Otra más. Y lo peor no es que Feijóo se preste a ello, sino que ha sido portada en grandes medios de Madrid, y también objeto de editoriales, artículos de opinión del pesebre periodístico más pintoresco y mejor pagado y, por supuesto, de la voracidad dialéctica de los tertulianos de turno, que lo mismo hablan del Falcon que de la campaña de la anchoa en el Cantábrico. Sé que es un error dedicar un mínimo de tiempo de reflexión y estas pocas letras a esto, pero uno ya a veces se enfada fácilmente. Cada vez más fácilmente. Ya se sabe, el verano es tiempo de serpientes: hechos, comentarios o fotos que apenas ocuparían lugar en los espacios informativos el resto del año, alcanzan la primera página de periódicos, la apertura de los informativos de radio o televisión o las portadas de los medios digitales sin esfuerzo. Sin duda, lo peor de las serpientes informativas de verano, además de su carácter casi siempre insustancial y de su monótona tendencia a la repetición anual de hechos y personajes igualmente insustanciales, es que sirven de argumento a los poderes políticos y económicos para desviar la atención ciudadana y tratar de minimizar los efectos en la opinión pública de sus más descabelladas tropelías, que no dudan en acometer al amparo del despiste general de todo periodo vacacional. La riada de lo dicho sobre esta nueva surrealista polémica política del Falcon –y sus consiguientes contraataques con el manido argumento de respuesta a Feijóo del y tú más y Rajoy y Aznar...–, son un poco de todo ello mezclado en un coctel político y periodístico patético. Desconozco a quién se le ocurrió la patochada del Falcon, quizá fue cosa de algún asesor de comunicación o algún experto en imagen que sobrevaloró la necesidad de exponer a Feijóo un día sí y otro también aunque fuera haciendo el ridículo. O que al mismo Feijóo le dio por lanzarse al ruedo como desesperado maletilla a la búsqueda de la mínima oportunidad. O que la ocurrencia fuera iniciativa de los mismos medios que azuzan el golpismo contra Sánchez desde el minuto uno. Más Casado sin Casado. Da igual. El resultado es el mismo. ¡Qué país!