El Congreso volvió ayer de las vacaciones con una sesión de profundo calado político en el que el protagonismo estelar se lo llevó la denominada Ley de Ahorro Energético, aunque también se aprobaron otras leyes de mayor interés social pese a que en esta se incluyeran de tapadillo otras cuestiones importantes ajenas al tema energético como la rebaja o gratuidad de abonos de Renfe o las ayudas económicas a los beneficiarios de becas. Un ejemplo más del filibusterismo político que practica el Gobierno en el juego de la aritmética parlamentaria de la casi siempre desesperada a última hora búsqueda de apoyo para sus medidas. Entre esas otras normativas están la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, la legislación del sí solo es sí, que cambia el paradigma de la violencia sexual y en el centro estará la voluntad de las mujeres y no el cómo responden o cuánto se resisten a una agresión.

O las nuevas leyes de Ciencia, Autónomos o Incendios tras los fuegos que han asolado al Estado este verano. En realidad, esta primera regulación para reducir el consumo y el gasto energéticos, alcanzar el invierno con las mayores reservas de energía posibles y no depender del gas ruso –Europa ya lo paga un 89% más caro que hace seis meses–, en el contexto la inestabilidad geointernacional acrecentada por la invasión de Ucrania, es una medida de urgencia y provisional. Si se cumplen las pesimistas previsiones que están trasladando las últimas semanas los dirigentes de las instituciones europeas, a partir de octubre será necesario adoptar decisiones aún más contundentes. Vaya, que todo a punta que los malos tiempos que dicen que vienen tienen aún un amplio recorrido para empeorar. De responsables y responsabilidades, nadie habla, por supuesto. Los que avisan del desastre son en gran medida los causantes del mismo. Esto va otra vez de apretarse más el cinturón para mantener los restos de un chiringuito neoliberal que hace aguas por todo el planeta Tierra. Por eso el esfuerzo de oposición en que se ha empeñado el PP de Feijóo, empujado por Ayuso, es un desgaste inútil. Este decreto de ahorro energético no merecía ni el ruido mediático ni las trinchera política en que lo ha convertido el PP. Ni mucho menos el recurso ante el Tribunal Constitucional que ha presentado el Gobierno de Ayuso, un simple brindis al sol cuyo recorrido, sea el que sea, será otra nada más. No parece que el nuevo PP de Feijóo vaya a cambiar mucho del viejo PP de Casado y todo indica que la confrontación, la polarización y la crispación seguirán siendo el eje de su oposición política. Creo que es el mismo mal camino en el que se perdió Casado. Ahí quedó Feijóo de la mano de la ultraderecha de Vox, de Ciudadanos, una compañía irrelevante sin valor alguno, y el no también de los ex diputados de UPN Adanero y Sayas. De paso, Sánchez arranca el nuevo curso político de otoño prácticamente con la mayoría que le aupó a Moncloa. 188 votos a favor. Otra cosa es que los miedos a las curvas de otoño e invierno pasen de pesadilla de futuro a realidades de presente. Entonces todo se complicará y quizá el conchabeo aritmético y el chantaje de última hora no sean suficiente para que le salgan las cuentas a Sánchez en el Congreso.