A nadie se nos escapa el hecho de que Ucrania no está librando sola esta batalla, ni que sin la ayuda mundial Ucrania ya la tendría perdida. No enjuiciaré que se esté ayudando a Ucrania, puesto que parece lógico hacerlo si otra nación te invade, pero pienso que todos somos adultos y capaces de entender que si el invasor o agresor fuera otro u otros –como tantas veces ha sucedido– la historia sería muy diferente. También que si Rusia tuviese en México, Cuba o Canadá bases rusas haría décadas que Estados Unidos habría invadido México, Cuba o Canadá. Ningún juicio de valor, solo hechos o cuando menos suposiciones, pienso que no muy desencaminadas. El asunto es que Rusia hace mucho ya que eleva sus quejas cuando observa que Occidente, encabezado Estados Unidos y Gran Bretaña, pero también por la mayor parte de Europa y usted y yo, está peleando contra Rusia en la espalda de Ucrania, suministrando en masa armamento de cada vez mayor calado, lo que de facto es una guerra abierta entre OTAN y Rusia, por lo menos por la parte de la OTAN hacia Rusia. El botón lo aprietan ucranianos, pero el dinero, el arma y hasta el diseño de la estrategia tiene o nada o muy poco de ucraniano. El valor, todo. No lo juzgo. Quizá sea la manera en la que Rusia ceda. Pero quizá sea también la manera en la que Rusia lejos de ceder redoble su apuesta o decida que ya está bien y el conflicto pase a una escala mucho mayor, sin fronteras definidas y que sea el preludio o ya el inicio de una tercera guerra mundial, lo cual desde febrero se nos ha ido intentando explicar que se trataba de evitar a toda costa. Pues para tratar de estar evitando esto a toda costa al menos desde fuera no parece que haya muchos esfuerzos por la labor diplomática y sí por la de seguir armando a los ucranianos y prolongando algo que ya es aterrador pero que puede dar un paso aún más terrible en cualquier momento.