El conjunto de los incendios forestales declarados durante la última estación estival sumaron 30 veces más superficie que el promedio reciente: en total ardieron 12.530 hectáreas. El balance definitivo del departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente coincidió ayer con el Día Internacional contra el Cambio Climático. La cantidad e intensidad de los incendios es una de las caras más visibles de este cambio y, a su vez, la pérdida de bosques reduce la capacidad de captura del carbono e incrementa la absorción de calor terrestre, agudizando el problema: es la pescadilla que se muerde la cola. Aunque será cada Ayuntamiento el que decida cómo recuperar sus montes la prevención del fuego pasa por evitar situaciones arbóreas continuas de gran superficie y posibilitar la creación de mosaicos con otras especies, junto con el fomento de puntos de agua y la ganadería extensiva. En pleno otoño ni siquiera estamos a salvo de las llamas con temperaturas por encima de los 25º en pleno octubre y repuntando hasta acercarse a los 30% esta última semana. Un veroño que confirma más que nunca la tendencia de los últimos años: las estaciones de otoño y primavera se acortan mientras el verano se alarga. A lo que se suma el hecho de que llevamos el año más seco de los últimos 50 años en Navarra. El delegado territorial de Aemet reconocía ayer que Navarra podría tener problemas por la sequía de cara al año que viene si continúa sin llover en los próximos meses y con los embalses al 25% de su capacidad. Precisamente el Gobierno foral recogía la semana pasada en Madrid un galardón por su programa de adaptación a la lucha contra el cambio climático (LIFE NAdapta) a través indicadores en diferentes ámbitos y una proyección en datos reales que resultan esenciales para tomar decisiones. También la Asamblea Ciudadana para el Clima pidió ayer en el Congreso de los Diputados un Pacto de Estado para auxiliar el planeta con medidas audaces y con premura en las actuaciones, que deberán ser innovadoras y estar alineadas con los organismos internacionales y la ciencia. Menos residuos y una producción menos contaminante que genere riqueza además de arraigo en el territorio junto con la preservación de un medio ambiente que revierta en la salud de las personas son algunas de las claves. Sin olvidar que el cambio climático requiere un plan de lucha global: las grandes ciudades generan el 60% de las emisiones y unos 64 millones de personas ya han tenido que emigrar.