A mayor despoblación, menos recursos y servicios públicos, y ante menos recursos y servicios, mayor despoblación. Romper este círculo vicioso no está resultando fácil pero el esfuerzo de agentes sociales y económicos, entidades como Cederna Garalur y el propio Gobierno de Navarra con diferentes políticas transversales está dando sus frutos. La despoblación y la lucha contra la desigualdad territorial que es social y económica se combate con iniciativas laborales, económicas, fiscales, de vivienda y de servicios que requieren de una inversión pública suficiente. Pero también con el empuje social. Con ganas, con la apuesta de la gente joven por sacar provecho a su entorno rural. El momento -pospandemia, emergencia climática, mejora de la conectividad y un Gobierno foral que apuesta por revertir el desequilibrio territorial - no es malo. DIARIO DE NOTICIAS dio voz ayer a representantes de diferentes ámbitos institucionales y sociales de la comarca de Sangüesa cuya merindad se encuentra en riesgo extremo de despoblación si bien la población se ha estancado en el último año. Una comarca sin apenas paro aunque la presencia de industrias potentes no está siendo suficiente para fijar población. Vivir en los pueblos o en ciudades pequeñas no es fácil, reconoce la corresponsal de Sangüesa. Tiene 23 años y estudió en Sangüesa hasta el bachillerato. Tiene un autobús que por las mañanas regresa de Pamplona a Sangüesa a las 13.00 h. con pocas combinaciones, no hay transporte con Aibar, la vivienda para jóvenes es escasa, muy cara o exige mucha reforma, y el cine de la localidad cerró hace muchos años... Pero algo está cambiando en su generación. Ya no existe esa única percepción de que “si quieres triunfar y que te vaya mejor tienes que irte a una gran ciudad para emprender”. Ella es un ejemplo, viven en Sangüesa y teletrabaja. “Se puede vivir bien, hay ambiente los fines de semana, una oferta cultural, se puede teletrabajar en muchas profesiones y hay personas que preferimos vivir en entornos menos masificados”, admite Usua Lizarraga. Precisamente muchos de los nuevos proyectos de emprendimiento tienen a mujeres detrás que apuestan por conciliar la vida laboral y familiar, muchas veces huyendo de trabajos precarios. Camino Landareche, que regenta una casa rural en Ezprogui, destacaba ayer que lo que hace diferente a un pueblo son sus gentes y por encima de las trabas y dificultades en el acceso a las ayudas. Quedan retos como la gestión del patrimonio desde una perspectiva comarcal, señalaba Ibon Mimentza, director gerente de Cederna Garalur, y apoyo a iniciativas de dinamización turística como las que ha llevado a cabo Ezprogui con el trujal de Ayesa y el museo de la Asociación de Amigos de la Bizkaia, además de recordar la oportunidad que suponen los Next Generations para impulsar un turismo sostenible (‘Descubre tus caminos’). Proyectos “diferenciadores” como los que ha promovido San Martín de Unx para arraigar población y que empezó con prácticas para alumnos de FP en bodegas. El paseo virtual por la antigua ciudad romana de Santa Criz de Eslava que ofrece Virtualan de Iker Ibero en Aibar. O proyectos que apuestan por la uva ecológica como el de Imanol Ibero. Pueblos que también reclaman una fiscalidad diferente, mejoras en las comunicaciones y mayores subvenciones para emprendimiento porque vivir en los pueblos es, sin duda, “más caro”.