Parece más que obvio que Navarra, el global de los contribuyentes, tenemos un problema importante con una infraestructura como Senda Viva. Lo tenemos porque a pesar de formar parte de una empresa privada-pública, con un 55% en manos privadas y un 45% en manos públicas, solo la parte pública –Sodena hasta ahora y desde 2005; a partir del año que viene vía presupuestos generales– ha insuflado dinero al parque para que pudiera mantener su actividad. Bien, ejemplos bien claros tenemos y bien recientes de cómo se lavan las manos –y les dejan lavárselas– las empresas privadas cuando pintan bastos y están en algún acuerdo con la parte pública. Digo problema porque a pesar de que se estima que el parque deja unos 12,5 millones de ingresos en la zona y aporta vía impuestos 2,5 millones a Hacienda, desde 2005 ha supuesto un desembolso de 78 millones de euros. Se dice pronto, pero son muchos millones. Millones que será muy complejo que se recuperen, puesto que ya 53 de ellos constan como deterioro en las cuentas. 53 millones, mínimo, volatilizados en el parque. Y, a partir del curso que viene, una subvención nominativa de 5,8 millones de euros. Hombre, a uno se le queda cierta cara de idiota, porque entendiendo que el parque en sí mismo es positivo para la zona lo que no parece ni es de rigor es que sea a efectos reales un parque público 100% –aunque la gestión de la empresa es privada. Vamos, que para sacarte plaza allá no hay que ser funcionario, es otro posible nido de colocación de los muchos que hay en las empresas públicas navarras–. NICDO, que asumirá de manos de Sodena la responsabilidad de llevar el parque, tiene trabajo por delante para buscar socios capitalistas y que cumplan, así como socios tecnológicos que le puedan dar un impulso a algo que está bien pero que no da más de sí. Solo así quizá el desembolso anual vaya decreciendo y quien sabe si los resultados mejorando.