Si la legislatura en Navarra ya estaba prácticamente finiquitada a mitad de trayecto, si el arranque de este curso parlamentario demostró que los partidos ya estaban a otras cosas y que la oposición se encontraba más ocupada en sus cuitas internas, con el anuncio de Javier Esparza de dar por amortizada Navarra Suma directamente la legislatura ha concluido, a cinco meses de las elecciones forales. Quedarán cosas para hacer, imagino, habrá parlamentarios y parlamentarias que cumplirán con sus principios y con sus tareas, pero habrá otros que deambularán por la cámara con poco que hacer, menos ganas y la relativa certeza de que ni siquiera ya los ciudadanos miran hacia ese lugar como se miraba hace unos años. De hecho, en los últimos meses apenas el asunto del convenio de las mascarillas entre Sodena y CEN atrae levemente el interés mediático, enfrascadas como están las formaciones en conformar sus coaliciones y equipos. Hace unos días fue Contigo Navarra, antes de ayer le tocó el turno a Geroa Bai y en poco irán saliendo el resto a mostrar a sus candidatos y candidatas al futuro Parlamento de Navarra. No soy de los que cree que 50 parlamentarios sea una cifra alta y que haya que reducirla para contener gasto. Pienso que tanto los grupos grandes como los pequeños desarrollan una buena y necesaria labor cuando las legislaturas transcurren por cauces normales. Es cierto que si hay casi un 80% de los grupos gobernando o permitiéndolo la crítica baja su nivel y la oposición incluso no es que tire la toalla pero casi ante los esperables rodillo del poder. Pero, aún con todo, como dijo Bakartxo Ruiz al anunciar que dejaba su puesto, si se quiere trabajar hay trabajo de sobra. Y muchos y muchas lo hacen. Quizá habría que establecer algún sistema, no sé cuál, para hacer una labor más práctica y que el ciudadano la pueda conocer. Porque la imagen desde fuera no puede ser peor.