El rey pide más dinero para Defensa. Y luego dicen que los discursos del monarca, en particular los de Navidad, están plagados de obviedades, que pasa por todos los charcos sin salpicarse… Pero el coronado se planta ante los uniformados, gente a la que le falta pecho para sujetar tantas medallas y condecoraciones –¿cómo las han conseguido?– y reclama más inversión en material militar. Supongo que la petición incluye desde armas hasta las nóminas del personal, pasando por gastos en coches oficiales y desfiles. Según distintas publicaciones, el gasto militar alcanzará en 2023 los 24.000 millones de euros, el doble de lo que se ha presupuestado si se añaden las partidas ya publicadas de manera segregada por ministerios y capítulos. La explicación de esa cifra tan gruesa es que las inversiones en la industria armamentística se incrementan un 126% más que en 2022. ¿Es poco gasto? Haría otra pregunta: ¿engordar la partida de Defensa es para estar preparados por si alguien ataca o para atacar? ¿O es solo para asustar? ¿O para alimentar a los mercaderes de la muerte? Me gustaría escuchar la misma rotundidad del rey pidiendo más dinero para sanidad, para investigación, para educación, para bombas de quimioterapia, para la flota de rescate de migrantes, para batallones de ONGs… Pero parece que esta no es su guerra.