Ni la política ni la salud o los problemas y desigualdades sociales. A los jóvenes les preocupan especialmente su situación económica: nivel de vida, empleo y condiciones laborales. De hecho el desempleo aparece como un aspecto “alarmante” para la mayoría de las personas menores de 30 años junto con la precariedad o las dificultades en el acceso a la vivienda. La encuesta que presentó ayer el Gobierno de Navarra pone de relieve la situación de unos jóvenes inmersos un mercado laboral con el 18% de los parados totales menores de 30 años y una altísima temporalidad, unida a un mercado inmobiliario -especialmente de alquiler- con unos precios por las nubes.

Pese a ello la población joven se muestra optimista optimista y un 76,7% no piensa que sus condiciones laborales vayan a empeorar y un porcentaje similar ve poco probable perder su empleo en el plazo de un año. Vitalismo que también se observa en que un 80,3% cree que su situación personal mejorará de cara al futuro. Una juventud por otro lado altamente cualificada: más de las mitad de las personas mayores de 21 años posee formación postobligatoria. Y sin embargo el 34% no tiene ninguna relación entre su formación y empleo, brecha que se acentúa en el caso de la población de origen inmigrante. Tan sólo el 26,1% de quienes viven en un hogar independiente continúa estudiando lo que da una idea de que la emancipación va unida a la oportunidad de trabajo. De este boceto de nuestra juventud preocupa y mucho la forma en la que se tiene interiorizada la violencia machista sin que se perciba como un hecho grave. Así, una de cada cuatro mujeres menores de 30 años dice haber sufrido violencia a manos de su pareja, expareja o pretendiente (desde insultos hasta control del móvil o aislamiento, presión...). Y un 28,8% ha recibido acoso sexual a través de Internet. Y sí nuestra juventud consumen alcohol, al igual que el resto de la población que no ha bajado en hábitos de socialización.

Otro dato a destacar es el desapego por la política. No tiene demasiada confianza en las instituciones y mucho menos en la clase política. Perciben además que desde las administraciones no se protege lo suficiente a los colectivos más vulnerables. Clase política alejada de las opiniones de los jóvenes y que responden, dicen, a su propio interés personal. Jóvenes que no confían en el voto electoral como herramienta de cambio para cambiar la sociedad en la que viven. Habrá que tomar nota en plena precampaña.