¿Habrá dinero para todo? Creo que es una pregunta de complicada respuesta. Quiero pensar que si lo prometen será porque lo hay. Me refiero a las ayudas públicas anunciadas estos días y a las subidas de sueldo de personal funcionario en negociación. Cuando el mecanismo electoral se pone en marcha, parece que la cartera pública se afloja y lo que antes era imposible comienza a ser un poco más accesible. Que según cuanto estés dispuesto a dar, más votos podrás recibir. Es entendible y necesario que con la subida del coste de la vida se trate de ayudar a quien más lo necesita, aunque dudo que dar 200 euros al año en una única paga consiga el efecto que se pretende. Pero menos comprensible es el reparto de dinero por igual para todos y todas, sea cual sea la renta o la situación económica de quien recibe esa ayuda, como en el caso de la prestación de 100 euros mensuales para familias con hijos menores de tres años. Creo que habrá situaciones en las que ese dinero sirva para frenar una desigualdad y poder llegar a fin de mes y otras en las que será un regalo injusto para vivir todavía un poco mejor. Una cosa es la igualdad y otra la equidad. No dejar a nadie atrás es una buena premisa, pero si se opta por igual para todos, los de atrás siempre estarán los últimos, cada vez un poco más lejos del primero. Tema aparte merecen las subidas salariales planteadas en estas últimas semanas en diferentes negociaciones, la de los médicos y el sector sanitario y otras que están por llegar. Reivindicar mejores condiciones laborales es un derecho de todos los trabajadores y trabajadoras, en el sector público y en el privado. Y si nos referimos al público es más que aceptable si esas mejoras se traducen en un fortalecimiento de los servicios públicos y en una mejor atención a la ciudadanía. Porque tristemente a veces parece que se olvida que la verdadera razón de ser del personal funcionario es esa, su labor social, el fortalecimiento del estado de bienestar. Y no está de más recordar que en estos tiempos todavía de incertidumbre, ellos y ellas ya tienen certidumbre por encima del resto. Por eso, puestos a subir salarios, creo que la subida más justa de todas es la del Salario Mínimo Interprofesional, esos 1.080 euros que permitirán a miles de personas salir poco a poco de la sombra del mileurismo. Dinero público para todos sí, para quien de verdad lo necesita para vivir y para reforzar el sistema de protección social que garantice los mismos derechos para toda la ciudadanía.