Cuesta entender la tendencia que tiene la clase política a empecinarse con promesas que no va a cumplir o que son muy difíciles de materializar. Y todavía tiene menos sentido si cabe la insistencia en fijar plazos sobre la consecución de objetivos sin que exista una presión social previa que condicione este modo de actuar. El traspaso de la competencia de Tráfico a Navarra y la construcción del TAV son dos ejemplos de esta desmesurada reiteración en hacernos creer algo que luego se incumple sistemáticamente.

La tomadura de pelo ha sido especialmente hiriente en el caso del corredor ferroviario. Su puesta en marcha se ha anunciado de manera más o menos pomposa en multitud de ocasiones estableciendo plazos irrisorios por irreales La más disparatada de todas ellas fue la que protagonizó el último ministro de Fomento que tuvo el PP antes de ser desalojado de Moncloa mediante una moción de censura. Íñigo de la Serna, que por entonces era el responsable de infraestructuras con Rajoy al frente del Gobierno, tuvo la osadía de decir en septiembre de 2017 que la alta velocidad entre la Y vasca, Pamplona, Castejón y Zaragoza estaría completada en 2023. No contento con semejante profecía que no se le ocurriría ni al vidente Rappel, De la Serna remató su intervención diciendo que las obras se podrían terminar antes si no fuera porque las dificultades que estaba poniendo el cuatripartito que presidía Uxue Barkos. Una afirmación delirante teniendo en cuenta que el TAV es propiedad del Estado.

También tienen su parte cómica los sucesivos anuncios que desde los gobiernos foral y central se van lanzando sobre la gestión de la competencia de Tráfico exclusiva desde Navarra. Han sido tantos desde que en octubre de 2018 se alcanzó un acuerdo para materializar este traspaso que es imposible llevar la cuenta. Casi no ha habido semana en la que algún miembro del Gobierno no haya ido retrasando la fecha que previamente había fijado.

Recuerda todo esto un poco a la célebre novela El coronel no tiene quien le escriba, en la que García Márquez narra las penurias de un viejo militar que cada viernes acude a la oficina de Correos con la esperanza de recibir la noticia de que le han concedido la pensión por ser veterano de guerra. Pero nada de eso ocurre durante 15 largos años. Muy parecido a lo que sucede aquí, donde ya hay quienes cruzan apuestas sobre qué llegará antes a Navarra: ¿Tráfico o el TAV? ¿O quizá ninguno?