Hay actuaciones legales que atropellan. Incluso bajo objetivos loables. Han empezado a meter las máquinas en la hermosa Ripa de Ripagaina, donde se van a construir casi 100 viviendas de alquiler social. Por supuesto, habrá de todo, pero las quejas de los vecinos de la zona por la construcción no tienen que ver en su inmensa mayoría con el hecho de que sea vivienda social –en la zona hay dos bloques de vivienda social a pocos metros de la Ripa, uno de ellos, el más grande, a menos de 50 metros–, como con el hecho de que, aunque esté en el PSIS y nadie puede llevarse a engaño, levantar casas en esa ripa es una barbaridad. Es así. Cuando llegas al sitio y lo ves te das cuenta. Una ripa que intacta –y limpia y adecentada, puesto que no le han metido nada de cariño en 11 años– podría haber sido un parque y pulmón de la parte del barrio pegada a Pamplona, muy densa de viviendas y con apenas unos hierbines en las casas que dan a la carretera general. No se ha querido cambiar el PSIS, un PSIS que venía de UPN pero que se ha mantenido intacto con gobiernos de Geroa y de PSN. Nadie ha querido ni tenido la valentía para buscar una solución real y un emplazamiento más adecuado para estas viviendas, obras que hubiesen sido igual de dañinas si son viviendas libres. Ya digo que el PSIS es legal y que los papeles lo aguantan todo, pero la clara sensación es que cuando hay intereses privados serios se cambia PSIS –se hizo para la nueva zona comercial y de viviendas aún vacía– pero cuando no es así todo es darse contra el muro. Amén de esto, los vecinos del barrio, dividido en 4 localidades –porque nadie tampoco en su día valoró el destrozo que esto iba a suponer–, se manifiestan hoy para pedir unas dotaciones y servicios que no llegan, 11 años más tarde de que llegaran los primeros vecinos. 11 años para una población de varios miles de personas que acabarán siendo más de 15.000.