Un estudio de la Universidad de Ámsterdam ha señalado de forma científica el truco para saber si alguien nos está mintiendo. Al parecer el truco es bien sencillo y funciona en ocho de cada diez casos: basta con que estemos muy atentos a la cantidad y calidad de los detalles que las personas nos ofrecen al contar un argumento o una historia. Cuantos más datos y descripciones nos den para desvelar el quién, qué, cuándo, cómo, dónde y por qué es más probable que estén diciendo la verdad. Si los omiten es más que posible que estén nos estén mintiendo. Detectar los engaños siempre ayuda en todas las facetas de la vida, pero ahora que llega la campaña electoral este aserto es más necesario que nunca. No hace falta recurrir a polígrafos ni a interrogatorios profundos para descubrir que la gran mayoría de los políticos no pasarían la prueba. Siempre tan cortoplacistas y básicos acuden a los tópicos y lugares comunes para despachar con dos frases hechas su ausencia de propuestas útiles. Abusan del argumentario que el aparato del partido les ha facilitado y de un escaso puñado de ideas-fuerza para llegar a su audiencia. De programas ni hablamos. Hagan la prueba en este año electoral y descubrirán muchos embustes. O muchos silencios cómplices.