Dos soluciones me vienen a la cabeza. La primera, inspirada en algo que leí, pasa por una vaca que, tras ser arrollada por un tren, fue a caer encima de un hombre que orinaba junto a la vía. Un poco drástica, el señor falleció en el acto. La segunda idea, ésta más normalita, es destinar el dinero de las multas por miccionar en la calle a la colocación de urinarios portátiles para que los meones, al menos los que tengan dos dedos de frente, puedan desahogarse allá.

Dado que recientemente la Policía Municipal de Pamplona estableció un récord y sancionó en un fin de semana a 55 personas que se orinaron en la vía, la hucha de las recaudaciones tiene fondos. Algo hay que hacer porque los vecinos del Casco Viejo –imagino que no sólo ellos– están hasta el moño de toparse cada madrugada de festivos con ríos de pis y charqueras de orines y por ello han emprendido una campaña de cartelería esperando que, a base de humor y tiradillas, a más de uno se le caiga la cara de vergüenza.

Así, las paredes de San Agustín y Calderería llaman a los paseantes a disfrutar del barrio sin límites: “No te cortes, estás en lo Viejo” y la leyenda “Hay alternativas, recicla” bajo una figura que se mea en su jarra de cerveza está dando mucho juego. De ahí a que tanto incontinente aprenda a orinar...