Cuando todavía resuenan los sonidos de la Cartuja y la resaca de la Copa, ya han empezado a asomar los primeros ecos de San Fermín: el cartel anunciador de las fiestas y el montaje de la Tómbola. Así somos. Por estas tierras vivimos surfeando las emociones, de ola festiva en ola festiva, celebrándo y celebrándonos a nosotras mismas en un ejercicio colectivo de autoestima y derroche de sentimientos y símbolos. Una tierra en la que crecen especialistas en convertir las derrotas en victorias con tal de salir a las calles y bares para celebrar lo que sea. Como si siempre estuviéramos a vueltas con la escalera, la cuenta atrás y el ya falta menos para el día D. Con preparativos en marcha y recuerdos siempre presentes, ahora amplificados por las redes sociales y las eternas galerías de fotos en la nube. Así vamos esta primavera, del 6 de mayo al 6 de julio. Pero en este ambiente de euforia contenida y transición entre lo que hemos vivido y lo que viviremos, quizá convenga parar un poco y echar un vistazo al calendario porque hay otra fecha importante marcada en rojo, decisiva para el devenir de la sociedad: el 28 M. Y no falta nada, aunque queda mucho por decidir en estas elecciones autonómicas y municipales. Ahí sí que nos jugamos el futuro. Y ahí sí que cada cual deberá definirse, más allá de esa marea colectiva y uniforme con la que Osasuna y San Fermin (en esto de las fiestas si que somos de Champions) parece envolvernos. Y hay que estar alerta porque quizá corremos el riesgo de entre tanta euforia anestesiarnos o que alguien nos dé un cambiazo. Evidentemente que es positivo ese sentido de pertenencia compartido y poner siempre por delante lo que une a lo que enfrenta. Pero las diferencias están y son decisivas a la hora de votar en una tierra tan plural como la nuestra, al ejercer ese derecho individual cuya suma se hace esencial para los derechos colectivos. Ayer arrancó oficialmente esta otra escalera electoral, aunque tengamos la sensación de que llevamos tiempo en campaña. Pronto llegará la hora de la verdad, el momento de pronunciarse tanto activamente (votando) como no votando (dejando que los demás decidan tu futuro por ti). Nos jugamos un determinado modelo de sociedad y de convivencia. Está en juego la educación pública, la salud, la vivienda, el euskera, el empleo, las prestaciones sociales…Y no, no todo es lo mismo ni todas o todos son iguales. Ni en política ni en la fiesta ¿O acaso te da igual quién salga el día 6 al balcón del Ayuntamiento de Iruña a las 12 del mediodía? Pues eso. Que ya falta menos, y no hay tiempo que perder ante lo mucho que hay que decidir.