Joan Mari Irigoien, clásico contemporáneo de nuestras letras que acaba de dejarnos a los 74 años: Deseo fervientemente que su paso al otro lado haya sido como usted lo imaginó, rodeado de los suyos, con el dolor neutralizado y la enfermedad sin opciones de torturarlo. Con todo, es imposible no sentir una enorme tristeza por la muerte, no ya del autor que tiene asegurado un sitio en la historia de la literatura vasca, sino además, del tipo inquieto, cercano, irónico, que administraba sus opiniones y sus silencios desde la libertad más profunda. Como me ocurrió hace unas semanas con el fallecimiento de Iñaki de Mujika, tengo la sensación de que todo lo que se está escribiendo y diciendo sobre usted son palabras salidas desde lo más hondo. Se le quería.