Vox ha entrado en el Parlamento de Navarra sin apenas campaña, sin programa, con tres o cuatro tópicos rancios e idea y media, una candidata que madre mía y simplemente al rebufo de lo que es la política nacional y la estela del Vox de Abascal desde hace unos años. Con esas mimbres, dos personas van a ocupar sus escaños en Paseo Sarasate durante los próximos 4 años y a día de hoy no sabemos qué papel van a jugar o qué papel les van a reservar sus hermanos mayores de la derecha navarra, léase UPN y PPN, a los que supuestamente ha lijado esos casi 14.000 votantes que se han decantado por la formación ultraderechista. Escribí aquí mismo que no veía a Vox en el Parlamento y visto está que metí la pata hasta el hondón, más si tenemos en cuenta que superaron holgadamente el 3% necesario y se fueron hasta un nada despreciable 4,28%, que sube hasta el 6,44% en la Merindad de Tudela y a cifras por encima del 10% en lugares como Cizur, Yesa, Petilla, Tulebras, Barillas, Genevilla, Izagaondoa, Ciriza, Úcar o Zúñiga. No son pocos 14.000 navarros y no es poco un 4,3%, de hecho son cifras mejores que las que ha logrado varias veces el PPN cuando ha competido en solitario o mejores que Ciudadanos en 2015 y que algunas formaciones de izquierdas cuando concurrían por separado. En los municipios, por fortuna, apenas han tenido impacto y hasta donde me alcanza la información solo han obtenido un concejal. En cualquier caso, viendo la deriva general de la política nacional y hasta mundial nadie nos asegura que en unos años no tengamos en Navarra una ultraderecha instalada en cifras de representación mayores y en muchos más municipios. Habrá que estar muy atentos al espacio y trato que le ofrecen los hasta ahora dueños únicos del cotarro de la derecha, puesto que Vox ha ocupado el hueco que perfectamente habría sacado Ciudadanos en solitario en 2019.