Javier Esparza nunca ha querido una coalición con el PP para las generales. Por bastantes motivos. El principal es que ya hace tiempo decidió que tenía que encadenar su suerte y la de su menguante partido a lo que sobre ellos dispusiera el PSOE, esperando que caiga alguna migaja de la mesa. Lo segundo, porque sus complejos, derivados de paralela mediocridad, le impiden abrirse a una estructura política de mayor envergadura. Pero también, porque hozando en la cochiquera cultural que ha creado a su medida es como pretende perpetuarse. Todo lo que le importa es aguantar con la soldada, y para ello lo mejor es construir su propio mundo político.

Lo demostró cuando conformó el grupo parlamentario que le acompañará esta próxima legislatura, mejor acólitos (y algún saltimbanqui) que capaces, y por la manera tan cobardona que empleó para dinamitar Navarra Suma. Lo de que no ha habido un pacto PP - UPN para el 28J por causa de los puestos en las listas no es cierto. Eso es lo que le gustaría que quedara en la breve historia de la escaramuza al todavía presidente de los regionalistas. Tiempo atrás, en ese partido había algunas mentes pensantes –tampoco tantas– que al menos reflexionaban sobre la estrategia que había que desplegar ante la perspectiva de cambios que pudieran acontecer en Moncloa, y valoraban sin aspavientos cómo obtener una posición táctica mejorada. Regía la idea de que dado que Navarra era comunidad pequeña, si no se actuaba con inteligencia las cosas se acabarían poniendo mal. Importaba, por ejemplo, mantener línea con los ministerios, tener un delegado del Gobierno de confianza, o saber a quién acudir en Madrid para solventar algún problema. El precio, lógicamente, era conformar un espacio de lealtad. De todo aquello, lo que queda hoy es el tuit que publicó pasadas las diez de la noche del jueves UPN, diciendo que acababan de proponer un pacto al PP “en los mismos términos del año 2015”.

Sin tiempo a nada más que a marear a las redacciones de los medios de comunicación, sabiendo que los estatutos de Príncipe de Viana exigen convocar una Asamblea para decidir coaliciones, y el plazo legal finalizaba en horas veintiséis.

Es tan burda la historia como mendaces, para no variar, las expresiones públicas de Esparza. Porque resulta que el gran fracasado de la política Navarra se ejercita en la displicencia cada vez que abre la boca. Desafiante con el PP, y carita servil con el PSN, véase la foto de la reunión que mantuvo con Chivite en la que esta le volvió a señalar el camino de la caseta del perro. Antes de las elecciones forales contaba que su objetivo era superar los 17 parlamentarios que, se decía, auguraban encuestas internas. Al final fueron 15. En los cálculos del personaje computaba la idea de que si las elecciones generales se celebraran a finales de año, Sánchez no propiciaría que los suyos se entendieran con EH Bildu y le caería de rebote el Gobierno de Navarra a pesar de haber llevado a su partido a la menor cota de representación parlamentaria de la historia. Pero el adelanto electoral ha cambiado por completo el panorama, porque el momento en el que eventualmente tendrían que repetirse comicios forales por imposibilidad de elegir presidencia ya es posterior al de las generales. De manera que en las próximas semanas todo se va a reducir al juego dialéctico de si EH Bildu hace más o menos explícito su apoyo a los socialistas, y hasta qué punto presionan con lo de Asiron. Pero lo que está fuera de toda duda es que lo que se le ofrece de nuevo a Esparza es lo mismo, exactamente lo mismo, que lo que le deparó su incompetencia hace cuatro años. Él, que creyó que alcanzando el alto honor de haber sido comensal de Bolaños y Cerdán, ágape del que salió convencido de que ya tenía un lugar bajo el sol, se va a tener que quitar de la cabeza los sueños que alumbró, propios de un torpe. La broma es él.

Personalmente, me alegro de que haya llegado el momento en el que se clarifiquen opciones. Los que sacralizamos la libertad de las personas pensamos que lo mejor es que haya dónde elegir y haya dónde exigir. Mucho mejor disponer de la oportunidad de tener unos representantes que sepas dónde van a estar y a través de qué estructura política operarán. Y cuando pasen las generales, a algunos se les acabará el desdén y tendrán que darse cuenta de que habitan ruinas.