En 1988, Perico y el Reynolds deciden que el segoviano no corra la Vuelta en primavera y vaya al Tour a través del Giro. José María García, que manda (y gana) en la Vuelta más que Unipublic, monta en cólera y se dedica a criticar al corredor y a despreciar a su escuadra (la llama “el equipo navarro”, para no hacerle publicidad gratuita a Reynolds).

Perico reacciona comentando la Vuelta en la competencia, la SER, quizás solo por tocarle las narices. Delgado hace un Giro flojete (7º), para mofa de Supergarcía, pero gana el Tour y la Vuelta del año siguiente, y se convierte, si aún no lo era, en la gran estrella del ciclismo español, para desgracia del Butano, que pierde la guerra que había planteado. Al menos, aprende la lección, y cuando Indurain renuncia a las Vueltas de 1992 a 1995 tiene el buen criterio de morderse la lengua… Estos son los hechos.

Y lo que anda contando por ahí es su sarta de mentiras de siempre, que ni colaban entonces ni cuelan ahora.