Siempre hemos pensado que los equipos ciclistas y los corredores deben ser intransigentes con los fallos de seguridad y los riesgos evitables, como:

1. Sprints en ratoneras o con vallas con patas dentro del recorrido.

2. Rotondas o isletas mal señalizadas.

3. Acceso de otros vehículos al recorrido por falta de vigilancia exhaustiva.

4. Recorridos resbaladizos donde no vienen a cuento –como el Paso de Gois o el pavés en el Tour, e incluso el sterrato en el Giro–.

Etcétera.

Pero cuando un ciclista muere en el descenso de un puerto, como le ha pasado a Gino Mäder en la Vuelta a Suiza, no acabamos de entender la polémica que se ha liado en algunos foros ni las críticas a la organización por incluir ese descenso en el recorrido, como si se pudiera hacer una etapa de montaña sin descensos. Es muy humano buscar un culpable cada vez que hay una tragedia, pero la muerte de Mader fue un accidente en un deporte de riesgo.