De poco le ha servido a Osasuna, de momento, el ponerse al frente en la lucha contra el amaño de partidos. Los inspectores de la UEFA encargados de analizar lo ocurrido en los albores de la temporada 2013-14 y la cadena de sentencias solo han reparado en la letra gruesa para concluir que el equipo navarro debería ser excluido de la Conference League. Una competición a la que ha accedido no solo en buena lid sino como resultado de un proceso de reconstrucción interior que inició desde el momento que denunció a los dirigentes que no jugaron limpio ni con el fútbol ni con el nombre de Osasuna. Es lo paradójico de este primer amago de sanción, que carga contra un club que ni ha sido imputado por los hechos que se observan, que ha sido víctima de las malas decisiones de sus dirigentes y que, además, como consecuencia de estas, estuvo asomado al precipicio de la desaparición. Mal ejemplo dará la UEFA si no toma en consideración el proceso de regeneración de Osasuna, al que puede castigar con implacable dureza nueve años después. Es otra de las cosas incomprensibles que está pasando, la de aplicar una sanción con efectos retroactivos y que, en principio no tiene tampoco fecha de caducidad, porque lo mismo que ocurre hoy podía haber sucedido en 2030. Por no incidir en que el manoseado artículo 4.1 del reglamento de competición de la UEFA persigue a clubes “directa o indirectamente” implicados en “influir” en el resultado de un partido y está claro que si se señala a Osasuna debería hacerlo también con otros equipos. Más aún, la UEFA toma cartas en un asunto en el que nunca intervino la Federación Española de Fútbol, que es su organismo delegado en el Estado; dicho lo cual, llama la atención que en las últimas semanas no se haya posicionado ninguno de sus responsables ante una cuestión que afecta a un club asociado, además de tener en sus órganos directivos a un dirigente osasunista. A Osasuna le han dejado solo ante los leones de la UEFA, con ganas de hincarle el diente a una presa menor para dar ejemplo. Como expuso en estas páginas un abogado experto en estos casos, el ente futbolístico continental “ha encontrado un chivo expiatorio”. Ahora es obligación de los dirigentes de Osasuna el defender, como lo han hecho hasta hoy, el buen nombre del club hasta sus últimas consecuencias, recurrir en todas las instancias y decirle a los rectores de la UEFA que este partido no lo van a ganar con facilidad. Ni con amaños.