Toca pasar página, ahora sí. Después de 1.207 días, y alguno más si queremos ponernos en el origen de esa fecha del inicio del Covid, que ya nos determina el antes y el después de muchas cosas, el último resquicio que nos quedaba de la pandemia desaparece de nuestras vídas, al menos en el día a día y en lo cotidiano. Desde ayer las mascarillas dejan de ser obligatorias allí donde se mantenían, en centros sanitarios, sociosanitarios y farmacias, y solo son recomendables en entornos con personas vulnerables, alli donde el sentido común nos indique que puede ser una herramienta eficaz para la salud. Recuerdo la primera vez que fueron obligatorias, era verano y Navarra veía como el final de la desescalada traía consigo un verano de brote en brote. Y recuerdo las primeras mascarillas, no las quirúrgicas sino las de tela. Hacía hasta gracia verlas como un complemento más. Era el 2020 y todavía no éramos coscientes de lo que se nos venía encima. Luego la cosa dejó de tener gracia, si es que verdaderamente alguna vez la tuvo, y la obligatoriedad de la mascarilla se quedó como la muestra visible de que la pandemia no se había ido del todo. Pero ahora es tiempo de cambio, de pasar página para escribir algo diferentes. Por detrás la experiecnia vivida, muy distinta según desde dónde nos haya tocado presenciar este largo tiempo pandémico. Sin duda lo más duro ha estado siempre al mismo lado, cerca de quienes nos cuidan, de todos y todas los profesionales sanitarios, los que han estado y están, con pandemia o sin ella, velando por la salud. Es tiempo de pasar página, pero no de olvidar, sino de aprender de lo vivido. Yo me quedo con la entrega y la generosidad de algunos y algunas en medio de tanto egoísmo pandémico.
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