El medio televisivo es una especie de animal devorador de espectadores, capaz de tragarse todo lo que asome por la pantalla, en un ejercicio devorador de los productos que las cadenas generalistas ofrecen en sacrificio mediático casi diario. Es como si sucediese que los programas salen al mercado portando fecha de caducidad que termina cumpliéndose con más o menos acierto. Por ello, es habitual que los programas vayan desfilando con mayor o menor éxito. En los últimos tiempos, un programa con empaque y éxito temporal, ha visto como los gestores de Mediaset dictaban el final de vida televisiva para la continuidad en antema de Sálvame, nacido en enero de 2010 y capaz de facturar más de seis mil programas, en un ejercicio de televisión directa, fresca, intensa y moderna.
Jorge Javier Vázquez ha sido el alma y motor de miles de tardes y noches de éxito y triunfo, aún a costa de destrozar vidas, famas y trayectorias vitales. Este mago de la comunicación se ha rodeado de una troupe circense que le ha dado juego y marcha mediática. Mila Ximenez, Lydia Lozano, Belén Esteban, los hermanos Matamoros y más nombres de albañiles de la construcción mediática, triunfadora de la telebasura y el tratamiento descarado de una tele capaz de destrozar modos de vida. Desde Nizar hasta las hermanas Hurtado, pasando por cientos y cientos de personajillos de la tele eficaz, divertida y ramplona.
Los gestores de Mediaset han decidido sacrificar un modelo de tele en su tiempo fundamental para el negocio televisivo. Descanse en paz la tele invasora de la intimidad de personajes capaces de venderse por un puñado de euros a cambio de desvelar pasado, presente y hasta futuro de personajes destrozados.