En pleno puente del 15 de agosto, uno de los más emblemáticos del año. Ese es el calendario elegido por sus señorías forales para dar el visto bueno al gobierno plural y progresista que regirá nuestra comunidad los próximos cuatro años. Casi tres meses después de los comicios y prácticamente sobre la bocina de los plazos legales. Mientras media Navarra anda de juerga repartiéndose por encierros, procesiones, conciertos, comidas populares o familiares, juergas varias o disfrutando de sus vacaciones en el puente más jaranero del calendario, los políticos organizan una de sus citas más significativas en unas fechas tan atípicas como incomprensibles para la ciudadanía. Y luego se quejan del desapego de ésta hacia la política y los políticos. Con casi tres meses desde las elecciones del 28-J y con una aritmética parlamentaria que no dejaba lugar a dudas sobre cómo serían los trazos gruesos del pacto para formar Gobierno y qué papel tendría cada formación han mirado sobre todo a sus intereses partidistas, las presiones de sus aparatos a nivel nacional o sus aspiraciones a cargos. Y con unas declaraciones cuando menos sonrojantes. No me extraña que la ciudadanía no les haga mucho caso hoy y mañana ante un desenlace ya sabido hace mucho tiempo y se dedique a disfrutar de las fiestas o sus planes de ocio. Los políticos tendrán su propio cachondeo en sede parlamentaria.