Para mí –aunque los años aquellos no los tengo muy fijados– que en la facultad nos decían que todas las entrevistas eran importantes y necesarias si el personaje era importante o su testimonio era aclarador. Fuese quien fuese el personaje o hubiese hecho lo que hubiese hecho. En los últimos años se ha introducido en el ambiente y en la profesión el matute de que cuando entrevistas a alguien lo blanqueas, así, de base, sin esperar a ver el resultado de la entrevista. Está pasando con la entrevista de Évole al etarra Josu Ternera, ser abyecto donde los haya, con delitos de sangre en sus manos y al mismo tiempo una importancia capital en la cruenta historia de ETA, que es parte fundamental de la historia de este país.

Pues cerca de medio millar de firmas de diversos ámbitos han pedido por carta que el documental-entrevista no se emita en el Festival de San Sebastián, sin, supongo, haber visto el documental. No sé, la verdad, a mí me han parecido siempre interesantes lo que quieran decir etarras, ex etarras, arrepentidos, no arrepentidos, etc, etc. Tratar de comprender o al menos escuchar la versión de una parte de un fenómeno tan sumamente cruel e incluso inexplicable si lo miras con un poco de distancia creo que siempre va a ser algo positivo, más teniendo en cuenta que nos guste cero o menos parte de ese fenómeno mental sigue ahí, no sabemos en la cabeza de cuantos pero sí en la de unos pocos, como bien sabemos todos.

Tratar de desentrañar ciertas ideas, caminos, experiencias y mostrarlas al público siempre me va a parecer más positivo que negativo, comprendiendo, por supuesto, que para muchas víctimas tener que convivir con cosas así no tiene que ser nada reparador. ¿Pero es más reparador no intentar saber qué llevó a todo esto? No lo sé, solo sé que dicen que es importante conocer los resortes del mal para tratar de poner los remedios para evitarlo.