Llega tarde la normativa para que dejen de esparcirse miles de pequeños fragmentos de caucho en los campos de fútbol de hierba artificial. Digo que llega tarde porque durante años, después de los partidos, el suelo de la vivienda quedaba sembrado de partículas negras transportadas en las botas o en la indumentaria de los futbolistas de la familia. Si los restos acababan en la lavadora nunca afectaron a la maquinaria, pero es fácil intuir que el caucho terminaba circulando por las cañerías, multiplicando ese efecto contaminador al que la Unión Europea pretende ahora poner punto final, ya que Bruselas considera al polímero elástico como un material altamente contaminante –también para la salud– por su propagación de microplásticos en el aire.

Me parece bien, pero habrá que escuchar lo que piensan los clubes de fútbol, en particular los modestos, tan flacos siempre de recursos económicos, y las Administraciones, que se han dejado decenas de miles de euros en esas instalaciones. Porque los campos de material sintético, los de última generación, han supuesto una enorme ventaja para la práctica del fútbol y por varios motivos: cuesta menos que mantener un campo de hierba natural; tiene una vida más prolongada; facilita un piso perfecto para la práctica deportiva; y soporta con mínimo deterioro la celebración de varios partidos de diferentes categorías en el mismo día. Ha sido tan importante esta innovación que es prácticamente imposible encontrar en Navarra un campo de tierra donde se jueguen partidos oficiales. Pero ahora se buscan fórmulas más respetuosas con el medio ambiente para retirar el caucho, que tampoco va a ser de hoy para mañana, ni obliga a levantar toda la instalación. Es lo que tiene el progreso: a veces buscando mejorar algo acabamos empeorando otras cosas. Aquellos campos cubiertos de barro y charcos son historia, a simple vista no había elementos contaminantes (más allá de quemarse con la cal con la que se marcaban las líneas), pero hacía falta aplicar un detergente potente para sacar las manchas de las camisetas de algodón y eso también iba a los desagües. Y fue así como aquellos barros trajeron estos cauchos.