Santos Cerdán seguramente pasará a la historia por acompañar a uno de los grandes estrategas de este país como es Pedro Sánchez. Políticos que, en la sombra, fueron responsables de un cambio de rumbo por sus capacidades de trabajo, de limar cada detalle, de empatizar con el contrario. Personas que huyen del liderazgo y el protagonismo pero creen en la convivencia y en el entendimiento entre diferentes. Quienes les conocen de cerca, y son de su partido, destacan la nobleza, firmeza, persistencia y capacidad de explorar nuevas vías de negociación del de Milagro. Ya consiguió lo que parecía imposible, que fue el aval de Ferraz en 2019 a un gobierno de coalición en Navarra con apoyo externo de EH Bildu.
Ahora, logra desbloquear la investidura de Sánchez y aspira a “resolver un conflicto que solo desde la política puede y debe resolverse” y que viene de lejos. Un acuerdo cuajado de términos como “discrepancias”, “desconfianzas”, “disensos”, “disfunciones”, “crisis” y “conflictos”, es decir, con muchas más diferencias que consensos, y todo por atar. Por eso quizás tiene más mérito. Un pacto en el que los nacionalistas catalanes consiguen la amnistía y un relator internacional. En el horizonte está un referéndum y la cesión de los tributos a Catalunya. Al igual que el terrorismo ha dejado de ser un obstáculo para negociar con los independentistas vascos, convocar un referéndum no debía seguir siendo motivo de castigo sino de reflexión sobre el modelo territorial en un Estado plurinacional que puede ser ejemplo en Europa. Lidiar con las diferencias identitarias ha tenido a Navarra como protagonista, una comunidad plural y sin apartheid.