Veo los carteles que adornan el centro de Pamplona celebrando que es la ciudad española con mayor calidad de vida. Poder adquisitivo y coste de vida, accesibilidad a la vivienda, medio ambiente, seguridad, sanidad y tráfico son las dimensiones contempladas para elaborar la clasificación.

Una los ve y tiene tres opciones. Coincidir y congratularse, opinar que otra ciudad es más merecedora del puesto y pensar –es lo que hice, ya siento, fue automático– cómo estarán otras ciudades.

No es mala noticia ni pienso que la ciudad sea un desastre absoluto ni dudo de que la combinación de los indicadores arroje el resultado publicitado, pero si entendemos la ciudad como un todo y aspiramos a democratizar la calidad de vida, rebajaría el triunfalismo del cartel con un texto que explicara los retos pendientes para que esta llegara a toda la población y las medidas y plazos previstos para conseguirlo. Añado que la clasificación se hace con medias y las medias tienen su misterio. 20 es la media entre 21 y 19, pero también entre 1 y 39 y como vamos a una sociedad de extremos, pues eso. Si usted cree que la fortaleza de un sistema es la de su eslabón más débil, tendrá una opinión al respecto. Si usted vive en una situación que no alcanza la media en cualquiera de los aspectos analizados la tendrá más clara todavía.

Y ya puesta, con ganas de incordiar, comparto varias dudas sobre la ubicación de la información que espero ir despejando: ¿se han colocado carteles, por poner algún ejemplo, en la rotonda de San Jorge, en puntos de sobrecarga festiva del Casco Viejo, cerca de consultas colapsadas o del albergue que no da de sí para acoger a quienes necesitan techo, en calles y barrios con bajos niveles de renta?

Por preguntar.