CONCIERTO DE OBÚS
Fecha: 08/12/2023. Lugar: Sala Zentral. Incidencias: Concierto enmarcado en el noveno aniversario de la sala Zentral. Muy buena entrada. Noventa minutos de actuación.
La sala Zentral sigue celebrando su noveno aniversario y el viernes pasado le tocó el turno a Obús, una de las bandas más históricas del heavy metal nacional que sigue al pie del cañón en su quinta década de trayectoria. Había mucho público, tan entregado como el propio grupo durante toda la actuación. Arrancaron con tres canciones encadenadas, sin un solo segundo para tomar aliento. Necesito más, La raya y Corre, mamón. Por si fuera poca la tralla que ellos repartían, que no era poca, disparaban cañones verticales de hidrógeno, añadiendo espectacularidad a su puesta en escena. No necesitaron mucho más: una lona con el nombre del grupo en la parte trasera (eso sí, escrito con las míticas letras metaleras), un par de calaveras también al fondo y sus propias pintas, con las que se mantienen fieles a su estilo, siempre de negro y llenos de anillos, collares y pañuelos, con botas de motero y demás parafernalia. Pero el hábito no hace al monje, y lo que convierte a este cuarteto en un ejemplo a seguir en este duro oficio del rock’n’roll no es solo su atuendo, sino, por encima de todo, su sonido y su actitud.
Saludaron antes de la cuarta, y volvieron a imponer su ritmo infernal, sin desfallecer ni en volumen ni en velocidad. Con El que más, Fortu jugaba con el pie del micro, haciendo girar su base cuál hélices de helicóptero. En la siguiente, Te visitará la muerte, extendía el brazo para impartir su fatídica bendición entre el público. Después llegó ese himno de reafirmación que es Que te jodan, con su letra (“…han pasado veinte años y yo me siento un chaval / no estoy ni gordo ni calvo, que se jodan los demás”). Esta canción significó un repunte en su popularidad, allá por el cambio de siglo, y se ha hecho un hueco entre el resto de sus himnos.
La desgarrada balada Complaciente o cruel hizo de punto de inflexión de la velada. La empezaron con guitarrista, bajista y cantante sentados al pie de la batería, y el público cantando con ellos. Para el final se levantaron y la coronaron con toda la épica que la canción requería. Y ya no hubo más descanso hasta el final. Los clásicos fueron cayendo, uno tras otro, con una banda infalible y un Fortu desatado (lo del chorro de voz que mantiene merecería un capítulo aparte). La codicia invadió la sala al ritmo de Dinero, dinero, pero en esta ocasión no era una ambición económica, sino rockera, y esta quedó colmada, y de qué manera, con la ineludible, Va a estallar el Obús.
Antes de finalizar, presentaron a cada uno de los músicos y, como en cualquier concierto de heavy que se precie, cada uno de los tres ejecutó un largo solo. Para terminar, Vamos muy bien y, ya en los bises, A pico y pala, el single que acaban de sacar y con el que se definen como obreros del rock’n’roll, Pesadilla y La moto. Serán obreros, sí, porque siguen batiéndose el cobre en las salas. Pero por la leyenda que arrastran, también son estrellas. Y con todo merecimiento. Dejémoslo a medias: estrellas a pie de calle.