Shane MacGowan era mucho más que el líder de The Pogues. Lo sabíamos antes de que muriera y lo hemos vuelto a ver tras su muerte. La voz de la banda que nos acompañó a más de una generación, aunque su vida no fue precisamente un ejemplo a seguir, con una biografía marcada por la adicción a las drogas, el alcohol y la violencia, se apagó pero nunca dejará de sonar. Su música estuvo siempre por encima de todo, rompiendo barreras. También The Pogues estuvo en Pamplona, en el Teatro Gayarre, en 1991, como grupo invitado al cierre de la Muestra de Folclor para Jóvenes Intérpretes. El desmadre y la alegría se apoderaron del teatro pamplonés con un público que dejó sus asientos para bailar y enloquecer al ritmo de la banda. Todo un acontecimiento que queda en la memoria y que nos recuerda que cada día puede ser una fiesta,. Lo que Shane MacGowan era para sus miles de admiradores quedó claro en su emotiva despedida, en la que la gente cantó una de las canciones más famosas del grupo, Fairytale of New York, al paso de la procesión fúnebre. Dicen que no le gustaban los funerales pero seguro que el suyo sí le habría gustado, viendo a la gente bailando y cantando. El no quería que todo acabará ahí. Había una última voluntad del líder de The Pogues. MacGowan dejó pagadas 10.000 libras en cerveza en un pub para una juerga después de su funeral, y que sus amigos bebieran, como tantas veces se habían bebido la vida. Me consta que otras personas también han hecho algo parecido, con menos cantidad eso sí; dejar pagada la última ronda para que los amigos y amigas vivan la vida intensamente aunque una o uno ya no esté. Bonita manera de marcharse.