Cuando abandonen sus respectivas responsabilidades, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo deberían plantearse una segunda vida como dúo cómico. Lo de ayer para concretar una reunión estuvo entre Faemino y Cansado, Rasca y Pica o, unos peldaños por debajo, Pajares y Esteso.

Varios días después de la propuesta original de echar un rato juntos por parte del presidente español y de las abracadabrantes negativas o encogimientos de hombros de su alter ego, parece que ya tenemos fecha.

Será mañana, viernes, -curiosa no tan curiosamente, el día en el que estaremos pendientes del Sorteo de la lotería Navidad- cuando se produzca el contacto en la primera fase. ¿Dónde? Pues eso también forma parte del chiste.

“Nos veremos, cuándo, cómo y dónde usted diga”, le ofreció Sánchez al gallego. Y el otro cogió el rábano por las hojas. “¿Donde yo diga? Pues entonces, en el Congreso y no en La Moncloa”. Pillado en su propio renuncio, el retador emuló a un personaje de Forges: “Pos venga, pos fale”.

Otegi canta la gallina

Perdonen el brusco cambio de tercio, pero no puedo dejar de compartir con ustedes la que para mí ha sido la declaración más esclarecedora de las últimas horas. Bueno, en realidad, algo más que eso, porque trasciende a lo inmediatamente temporal o coyuntural para inscribirse de pleno en confesión estructural de parte y elemento que por sí mismo define una estrategia basada en marcar a la izquierda con el intermitente y girar a la derecha.

O, bueno, va, si quieren una analogía más atinada, en marcar el intermitente hacia el soberanismo -¡Oh, qué manifa más chachi la de aquel sábado!- y girar hacia el autonomismo ramplón.

“En Euskadi no hay ahora mismo una mayoría que quiera ejercer la autodeterminación”, sentencia Arnaldo Otegi en una entrevista en Eldiario.es de la que el autor salió licuado. No quiero imaginar la que me caería si se me ocurriera a mí glosar de tal modo a Andoni Ortuzar o Iñigo Urkullu.

O, en el mismo viaje, la golpiza dialéctica del soberanismo fetén si a cualquiera de los mentados les diera por decir exactamente lo mismo que Otegi. Una verdad indiscutible, por cierto, aunque jorobe reconocerlo.