Pamplona ya tiene nuevo alcalde y para rematar asistimos a la metida de pata final de la ya efímera Ibarrola, que en rueda de prensa soltó que “nunca apoyaría a Bildu, pase lo que pase, prefiero fregar escaleras”. Esa frase tan clasista, más que un intento de molestar a nadie, la veo como algo que tiene incrustado en el ADN. Vamos, que aunque no quiera, al final le sale, pues la frase es clara: apoyar a Bildu es indigno, fregar escaleras no tanto pero también.
Dije hace unos días que tras ver cómo le iban a descabalgar se había conocido la cara B de Ibarrola, la que no dejaba ver como alcaldesa, todo sonrisas y buen rollo y cosas pitiquis y farolillos. Esa Ibarrola B que sí asomó en el Parlamento y que dio buena cera en pandemia. Aquí, yendo más allá, se extralimitó en sus ataques al PSN y a concejales y concejalas como ella y superó en varios momentos el listón que puede comprenderse tras un enfado o una situación dura. Lo sobrepasó.
Ayer, sin más, nos demostró que forma parte de esa sociedad que su mentor Maya ya hace años calificó como “normal” y de la que, por suerte, otros muchos no forman parte. La gente normal, la que no friega escaleras… Todo eso que ya conocemos quienes vivimos en esta ciudad tan igual a sí misma y en la que casi todo está requetevisto y requetecomprobado. Casi el 60% de los votantes de esta ciudad no quiere ser gente normal de esa que le gustaba a Maya y –no me cabe duda– junto a bastantes votantes de UPN ayer sintió un claro desasosiego y molestia al oír la tontería de Ibarrola, a la que seguro que han explicado mil veces que hay que tener cuidado con lo que se dice estando enfadada pero que ayer olvidó por un instante. Incluso se quedó callada como pensando “podría haber elegido otra idea”. Pero eligió esa. Esa idea abandona la alcaldía. Ahora, quienes entran, a fregar escaleras como descosidos, porque llevamos 6 meses de retraso.
