Lo admitía este fin de semana el presidente de la junta del Valle de Aezkoa, Karlos Bueno, ante la caída de las primeras nieves del invierno. El Pirineo se encuentra en un momento “crítico”, amenazada por la creciente despoblación, con menos manos y más envejecidas por lo que cada invierno toca repartir entre menos gente el trabajo de limpieza de calles para el que se utilizan tractores.

Y eso que todavía no se ha quedado ningún pueblo aislado. De ahí que asegurar una vivienda y un trabajo digno para los jóvenes que quieran vivir en la zona es uno de los principales retos a los que se enfrentan no sólo los pueblos la montaña navarra sino todas las instituciones navarras y principalmente su Ejecutivo.

Roncal, Salazar, Aezkoa, Erro o Arce necesitan medidas de discriminación positiva para sobrevivir y celeridad en su implantación (como la anunciada bonificación para que la vivienda de alquiler pública sea más asequible -3,50 euros/m2- pero tiene que haber oferta). De ahí la importancia de seguir impulsando proyectos desde la Mesa del Pirineo que, al parecer, se encuentra en 'stand by'.

La despoblación y el envejecimiento también afectan a Tierra Estella, Merindad de Sangüesa o Zona Media, pero es la montaña la que sufre mayores problemas de movilidad por tener una climatología más adversa y dificultades para circular por las carreteras. Huir de un temporal resulta, en pueblos como Villanueva de Aekoa, misión imposible. Sus paisajes y refugios naturales nos atraen a miles de turistas durante el verano y otoño pero vivir en invierno se hace tremendamente duro si no hay nuevos alicientes.